—¿Qué estaba haciendo mi hermano en el Hotel? —Intento decirlo con naturalidad pero, a juzgar por la cara que pone, me ha salido fatal.
Sonríe.
—No es asunto tuyo. —Salta del taburete y tira el tarro vacío a la basura—. Tengo que pirarme.
—¿Pirarte?
—Sí, largarme..., irme..., salir zumbando. —Me guiña el ojo y me derrito en el taburete. Está de buen humor, juguetón y bromista. Lo quiero. El Nick relajado empieza a ser un habitual últimamente.
—He decidido que no es buena idea que vengas a comer. No quiero que Lucas piense que somos como lapas —suelto de pronto. Me giro y sigo comiéndome mi tostada con toda la indiferencia que soy capaz de fingir. No obstante, me cuesta, porque mi hombre está gruñendo y erizándose detrás de mí.
Me toma y grito cuando me da la vuelta y me empotra contra la pared. Me aplasta con su delicioso cuerpo y yo todavía tengo la tostada en la mano. Sus ojos me dicen que no sabe si lo he dicho en serio, y me siento... casi culpable.
Sé lo que me es