Capítulo 4

Creo firmemente en mi cambio y confío solamente en mi pulso. También confío en la Bratva y en el Sacerdocio, pero tengo derecho a seguir enojado con ellos. Puedo confiar en ellos y ellos en mí, pero no les perdono el hecho de haberme separado de Emili. Bien, centrándome en lo que tengo frente a mis ojos, no me interesa la sobrina de Alda. Me cabrea más bien y por esa razón, me quede. Solo para ver su cara cuando un viejo verde la compre. No me importa quien pague dinero por la mujer, pero siento placer al ver que dejará de hablar mal y se doblegará a otra persona.

Si ella me rogara, podría ser amable y comprarla, pero como es una interesada, no merece un centavo más de lo que le ofrecí antes por marcharse.

El ambiente cambió, cuando llegó la hora para que salieran las personas que serían subastadas. Es reconfortante y divertido de ver. A veces me parezco un poco a mi abuelo y a Fabrizio. Solo que no disfruto ver a alguien sufrir. Me encanta hacerlos sufrir sin razón. Veo el rostro de miedo de la sobrina de Alda y sonrío de lado al ver lo cagada que esta.

Ni miedo debería de tener. Ella solita decidió meterse en la guarida del lobo. Bueno, de la mafia que no me pertenece porque yo ya cambié.

—Quiero darle la bienvenida a todos los asistentes hoy. Espero que disfruten lo que se ha traído esta noche —anuncia un hombre—. También quiero aprovechar de agradecer a nuestro capo por hacer acto de presencia —me apoyo en el espaldar de la silla y sonrío viendo al tipo.

Lamebotas. Desprecio a las personas que son así.

De la nada, la realidad me golpea, al ver a la sobrina de Alda. ¿Y si Natasha tuvo que pasar por esto? Sé qué tal vez muchas no tuvieron elección, pero si mi hermosa hermana menor vivió este sufrimiento... 

Me sorprendo al ver a la castaña que acompañaba a la mujer que me tiene odio sin razón. Es que hasta se venden juntas.

—Algo especial que tocó la puerta de nuestro bar hace un par de noches, son estas dos mujeres italianas —señala a su lado—. Espero que consigan a hombres generosos y logren ir a casa a servirle a sus amos.

Mi celular empezó a vibrar, lo saqué de mi bolsillo y atendí la llamada, sin dejar de ver a las mujeres en el mini escenario.

Llamada telefónica:

—Estoy ocupado. ¿Qué quieres? —contesto, mientras me dan una bebida barata. Tenemos que mejorar el servicio. Aquí todo me huele a remedio y hospital.

—¿El niño está triste? ¿Por qué estás en un burdel, Aleksandr? Gastar dinero así no es muy propio de ti —habla, Ryan, suspiro viendo a... ¿cómo es que se llama la sobrina de mi nana?

—Gasto el dinero que me gano honestamente —se escucha una carcajada al otro lado del celular—. Ryan, voy a colgar, no tengo tiempo. ¿Qué quieres?

—Bien, iba a ir a la dirección que me enviaste antes de irte del hospital, pero debo ir a recibir al Sacerdocio. Vinieron a hablar con tu abuelo, y aunque estés temporalmente fuera de la Bratva, sigo siendo la mano derecha de la organización. Piensa un poco, Sasha. Si una mujer te aleja tanto de tus amigos y familia, es porque no era para ti. Alda necesita que llames —termina la llamada —termina la llamada.

Ninguno se había tomado el tiempo de conocer a Emili y cuan maravillosa era.

Apoyo mis codos en la mesa donde me encuentro y veo un pequeño cartón blanco con un número. Al parecer estoy participando en la subasta. Olvido todo lo malo que que Ryan me dijo en la llamada y presto atención a la subasta, que ya había empezado. Decido llamar a Alda, mientras sonrío al ver como todas tragan grueso.

Llamada telefónica:

—¡Sasha, hijo mío! —hago una mueca de desagrado al escuchar ese apodo lleno de dulzura.

Emili solía decirlo así. Puedo aceptarlo de unas cuantas personas, pero no necesito que le metan sentimientos. Me asfixia y me recuerdan a Emili.

—¿Estás bien? Ryan me comentó que me estabas buscando. ¿Te sientes mal? —comento preocupado, al escucharla sorber por su nariz.

—Arya está en Rusia. La estoy llamando porque deseo verla. Supe que vino al hospital y tuvo una discusión contigo. Estoy preocupada, cariño. ¿Puedes buscarla? Sé que tú puedes encontrarla —tomo del vaso de whisky, que sabe a barato. 

Nana, pero tu sobrina no te está buscando. Tu sobrina se está vendiendo.

—Bueno, Alda. Creo que no deberías estar preocupada por ella. Es una adulta y puede que se esté subastando en un burdel —digo, al cruzarme la mirada con Arya.

Sonrío con satisfacción al verla sorprendida. Ruégame, Arya. Ruégame.

—¡Es mi sobrina, Sasha! Te estoy pidiendo un favor, cariño. No es necesario decir que mi pequeña es así. Ayúdame, hijo mío —dice, desesperada. 

Me cabrea que me lleven la contraria. Suspiro negando con la cabeza y veo como Arya y su amiga pasan al centro.

Llegó el turno de la caza de brujas.

—¡Mide tu manera de hablarme, Alda, que tu capo soy yo! ¡Si yo digo que está en un burdel, es porque así es! —hablo con severidad—. Voy a prestarte mi gran ayuda para encontrarla, pero me cabrea tu manera de hablarme. Hazlo una vez más y te juro que no me va a importar que te vayas a la m****a. ¿Entendiste, Alda? —le advierto sin titubear.

—Solo tengo miedo de que a Arya y a Lauren le pase algo malo aquí en Rusia. Nunca quise faltarle el respeto y sé qué es mi capo. Yo lo quiero como a mi hijo. Disculpe por molestarlo, señor Kozlov —la escucho dolida y termina la llamada.

Ah, maldita sea... Por eso, odio los sentimientos. 

Escucho los precios por las inmaculadas de Alda y siento que mi trabajo aquí ya está terminado. Voy a comentarle que las encontré tiradas en un basurero llenas de sangre porque estuvieron involucradas en una riña en uno de los burdeles.

—¡Cien mil dólares por las dos! —volteo a ver al viejo panzón que está a mi lado. El muy bastardo no puede comprar en mi territorio. Hicimos negocios una vez, pero el maldito imbécil me traicionó.

Ja, es hora de que te encuentres con mis soldados.

—Quinientos mil dólares por las dos —dice otro hombre con una cicatriz en el rostro. 

Veo lo asustada de ambas mujeres. Este si parece más digno que el hombre que perderá la vida en unas horas.

—Cinco millones de dólares por cada una —interviene un hombre que le falta una mano.

—Cinco millones de dólares a la una... cinco millones de dólares a las dos... cinco millones de dólares a las tres... —iba a anunciar el tipo.

Sonrío al ver como Arya intenta no llorar y le tiemblan las manos. Yo le dije que me rogara. Lamentablemente, tuvo que intervenir Alda.

—Cincuenta millones de dólares por cada una —intervengo, alzando mi cartel con el número siete.

El silencio y la tensión se hicieron presente. No se habían dado cuenta de que yo estaba aquí. El viejo verde salió del burdel, pero sería detenido por los hombres de la organización. Ya les había avisado de la situación con el sujeto.

—Cien millones de dólares a la una... cien millones de dólares a las dos... cien millones de dólares a las tres... —la sonrisa de emoción del hombre fue asquerosa.

—Trescientos millones de dólares —escucho al fondo del burdel.

Alzo una ceja, al reconocer la voz del que las iba a comprar.

—Señor, ¿tiene más para ofrecer? —me pregunta el anfitrión.

—Qué tristeza, no tengo más dinero en mi cuenta —agrego burlón—. Yo quería salvarlas de la mala vida... —digo con sarcasmo.

Me levanto de la silla para irme después de verlas con diversión, mientras terminaba de tomar mi vaso de whisky.

—¡Vendidas al señor del cartel número diez! —escucho al anfitrión, y al resto aplaudir.

Empiezo a salir del burdel y me alegra haber intentado ayudar lo más que podía. Me siento satisfecho de que sea alguien decente. Y solo debo desaparecer al anfitrión esta noche. El dinero obtenido irá a mi cuenta y seré el único de aquí que ganó.

»Es un regalo por parte del Sacerdocio. Ryan se hará cargo de Lauren. Regrésale a Alda su sobrina. No olvides pasar el dinero. Si Selene se entera de que gasté dinero en otra mujer, olvídate de mi existencia.

Respondo el mensaje mientras voy camino a mi auto. ¿Ven como dañaron mi vida otra vez? Ni siquiera me dieron oportunidad de ver a la mujer sufrir.

»Qué cobarde eres, Nikolas. Le diré a todas sus esposas que gastaron dinero en mujeres. Hazle saber a Ryan que le compraron un regalo.

Envío el mensaje y me voy del lugar.

Arya que mala suerte la tuya. 

Caíste sin mucho esfuerzo en mis manos.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP