Como les venía comentando, nadie me conoce sinceramente. Antes, llevaba y me daba mala vida, pero siento que tomar la decisión de abandonarlo todo por una mujer, es el acto más valiente que alguien puede hacer. Por esa razón, siento que el Sacerdocio me tiene envidia. Ellos no sé como han podido mantener su relación con sus esposas. Quiero decir, les tengo aprecio a todos, pero siguen siendo asesinos. ¿Cómo pueden ellas aceptar lo que somos? Emili, por ejemplo, no me aceptó.
Por eso, siento que mi vida no es la más interesante. Ni siquiera soy lo que un día fui. Y no me extraño, solo qué bueno, la etapa de ser mafioso culminó. El ser obligado a dejar de ver y estar con alguien, quebró lo poco que había estado sano después de perder a mi hermana menor. Mi corazón dejó de emitir latidos como se debe. De hecho, late más lento y si hablamos científicamente, es solo un órgano más en nuestro cuerpo. Uno que vale muchos dólares y que me gusta obtener para experimentos. Tampoco es que tengo mucho tiempo para perder fuera de mi trabajo. Como ya cambié, mi mente está en Alda y buscar a mi hermana menor. En fin, soy un hombre enteramente feliz y con una vida privilegiada por trabajar como burro. Un humano lejos de la vida criminal. —Deja de repetir la mentira de que ya no eres mafioso, Aleksandr. ¿Por qué dejaste a esas extrañas con Alda? —se queja, Ryan, viendo a las mujeres al lado de mi nana—. Ni siquiera estamos seguros de que sean su familia. Sé qué dije que había cambiado, pero sigo siendo parte del Sacerdocio. Por eso debo usar a mi enemigo. Contacté a Fabrizio para que investigara a las dos mujeres. Como son italianas, él tiene mejor acceso que yo a la data. —La mujer pelirroja se parece a Alda —Ryan me mira mal, me apoyo en el cubículo de recepción que hay en emergencia—. Pero si tienen aspecto de pobres. Lo más seguro es que sean interesadas. —¿Es en serio? —asiento, veo a la pelirroja revisar su bandolero y bingo, la tipa se muere de hambre. Respira pobreza—. M****a, Sasha. Quieres darle dinero para que dejen a Alda o mínimo, que ten uno de sus órganos. Yo debí buscar seguir a otro capo... —No voy a pedir nada absurdo y fui excelente capo —guardo mi celular mientras lo miro indignado, empiezo a caminar y le hago señas para que me siga—. ¿Te imaginas que sean asesinas? ¡Por el amor de Dios, estamos en peligro! —Eres igual de imbécil que Kylian y te quejas de mí —se burla, mientras me sigue—. El segundo al mando del Sacerdocio y el líder de vacaciones de la mafia rusa, le tiene miedo a dos mujeres que se ven frágiles. —Ríete una vez más de mí y mando tus pelotas a la organización como ofrenda de paz —se tapa las bolas, con su rostro lleno de pánico—. Actúa natural. Así como cuando la gente ofrece dinero a otros para que se mueran y ya. Nos acercamos a las mujeres que podrían ser un peligro para mi país, y una le hace señas a la otra para que nos preste atención. La pelirroja volvió a tener los ojos verdes... Que agonía ser pobre. ¿De qué color se le pondrán si la desvivo en el quirófano? —¿Por qué mi tía sigue sin despertar? ¿Hay algo malo que no me están informando? —pregunta, la mujer preocupada. No está tan mal para ser una pelirroja pobre. No es precisamente mi tipo de mujer, pero si les gustan las pecosas, pelirrojas, ojos de un color peculiar, blancas y flacas... Pues, eso es muy cosa de ustedes. —Bueno, sí —los ojos de ambas se abren con preocupación—. Creo que son tres millones —la confusión se les refleja en el rostro. ¡Qué rateras!—. Les doy seis millones de dólares. No daré ni un centavo más para ustedes. —Perdón, no creo estar entendiendo —interviene la castaña—. ¿Están hablando del tratamiento que debe recibir la tía Alda? —mira a Ryan—. Disculpen la confusión, pero ella y yo... —Pensaba que hablaban nuestro idioma —responde mi amigo, interrumpiéndola—. Es el dinero para que se alejen de Alda. El tratamiento ya fue pagado. La pelirroja se empezó a reír. —¿Así son todos ustedes? —pregunta molesta—. Debes intentarlo mejor. Ofreces muy poco para que me aleje de mi tía —se cruzó de brazos—. No quiero meter a todos los rusos en un mismo saco, pero si son mafiosos, deberían matarme aquí mismo —alzo una ceja interesado en la propuesta—. No me voy a alejar de mi tía por capricho de dos idiotas que juegan a ser doctores. Me diste permiso de acabar con tu vida... —¿Qué clase de sobrina eres? ¡Alda tiene meses preocupada por ti! ¡Prácticamente, está así por ti! —respondo cabreado. —¡¿Me estás echando la culpa cuando fue robada de mi lado?! —veo una vena sobresalir de su sien—. ¡No cago plata, pero hago lo que puedo para mantener a mi familia a salvo! —¡Arya, es suficiente! —la interrumpe la otra mujer—. No vale la pena, debemos volver —le muestra el reloj de su mano—. Vas a perder el tiempo. Son idiotas y ya. Ambas se despiden de Alda y cuando se vuelve a mí, esos malditos ojos grises me ven. —No te deseo mal, pero ojalá te dé diarrea con gripe —espeta, Arya. Intenté guardar la compostura, pero fue bueno su chiste. —Te deseo lo mismo, pero que tú teniendo la regla —respondo. Ah... que mujer tan insoportable. ☆☆☆ Esta mañana me quejaba de mis dotes como parte del Sacerdocio, pero me agrada tener toda la información que compartimos entre los cinco. Tal vez debería volver a tomar mi lugar como mafioso algún día. Vuelvo a leer el correo que me envió Fabrizio. *Confidencial. Información Personal. Nombre: Lauren Abatino. País de Nacimiento: Roma, Italia. Edad: 27 años. Profesión: Fotógrafa. Información Personal. Nombre: Arya Moretti. País de Nacimiento: Siena, Italia. Edad: 26 años. Profesión: Bloguera de comida. Tienen años de que ambas salieron de Italia. Vienen una vez al mes si acaso. Arya viaja con un niño de cuatro años y de acuerdo a la foto que me enviaste y compartí con los chicos, fue vista en el territorio europeo hace un par de meses y desapareció. Se desconoce su residencia actual. Ahora están en Rusia protituyéndose. No son peligrosas. Viajar tanto por Europa para terminar siendo prostituta. Ay, Alda, que decepción te vas a llevar cuando despiertes. —¿Desea algo de tomar, capo? —una mujer interrumpe mis pensamientos. —Estoy buscando a alguien que trabaja aquí —respondo, viendo todo el burdel. Ja, la sobrina de Alda se quiso esconder en mi territorio y casualmente, estoy en uno de los miles de burdeles que le pertenecen a la Bratva. Son mis burdeles y yo decido que mujer entra en la vida de mis soldados. Así sea para sexo de una noche. —Capo, aquí no vendemos la información de nuestras prostitutas —responde, con desdén. —No tuviste que hacer nada —señalo hacia la sobrina de Alda, que desaparece detrás de una cortina. —Lo siento, capo —me detiene, tomándome de mi brazo, el olor a perfume barato me desagrada—. Usted no puede... Saco mi arma y le apunto en la cabeza a la mujer. No la puedo usar, pero eso no quiere decir que deba estar sin ella. ¿Cómo es que se llama la sobrina de Alda? "Arya, imbécil. Es la futura madre de tus engendros," comenta mi mente. Voy a pedirle a mis colegas que me realicen un trasplante de cerebro. No me soporto. —Perdone, capo, pero es que la joven ya está lista para la subasta. —¿Subasta? —asiente—. No me la voy a coger. ¿O quieres que te vuele la cabeza? —niega con la cabeza con rapidez—. Dame diez minutos con ella. ☆☆☆ Estaba cansado de esperar por ambas mujeres. Habían pasado dos minutos y todavía seguían sin aparecer. Por lo visto no saben que soy un hombre ocupado. —Qué pequeño es el mundo, ¿no? —pregunto, ella se sobresalta y baja la mirada, suspiro con indignación por lo que veo—. Alda muriendo por no saber de ti y tu aquí subastándote —aprieta sus manos y las hace puño. —No creo que hayas venido a saludar —habla ronca, viéndome con soberbia—. Sí, giro en torno al dinero —dice, mirándome mal—. Regresa al hospital. Ya dije lo que querías y me viste. Ve a salvar vidas. Ella se iba a ir, pero se detiene en un lugar específico y yo, como buen observador, miro lo mismo que ella. Una cama con pétalos de rosas blancas y rojas. Ouch, eso va a dolerle en el alma. —Arya Moretti —vuelve su atención a mí—. ¿Y si le digo a tu amada tía que eres una prostituta para que te odie y te desprecie? Digo, es que me has insultado y yo tengo corazón —la miró con una sonrisita de satisfacción. —No me estoy prostituyendo... —intentó gritar, pero solo logra alzar un poco la voz. Su acento italiano se marcó—. No le digas nada a mi tía, por favor. Esto lo hago porque en serio necesito el dinero. No tienes necesidad de ser tan cruel... ¿No? Pero yo quiero ser cruel. —¿El dinero que te ganas con tu blog no te alcanza? —niega con la cabeza con cara de miedo—. Qué tristeza... en serio... —me mira dudosa, ante mi falso sentimentalismo. —¿De dónde sacaste mi información personal? —Internet —dije, mirando su poca ropa—. ¿Entonces no te alcanzó el dinero? —No, y mis patrocinadores dejaron de pagar por mi blog —esquivó mi mirada cada vez que intenté verla a los ojos. Ah, eres una mentirosa... —No me interesa que hiciste con tu vida. Solo te vengo a decir que no vuelvas a joder la paz en mi territorio —alza la ceja derecha—. Buena suerte en la subasta y si ruegas lo suficiente, puedo comprarte. No eres mi tipo, pero puedo hacer actos de caridad. Sonríe de lado, marcándole un hoyuelo en su mejilla izquierda. Esa deformación es interesante. —Todavía no ha nacido la primera persona a la que le tenga que rogar por mi vida. Prefiero mil veces que un viejo verde me compré y me coja, antes de tener que ver algo contigo, estúpido ruso. Se va hecha furia de la habitación. ¿Con qué te parezco un estúpido ruso? Me quedaré a ver tu cara de horror, cuando seas vendida al mejor postor. Arya Moretti, que lastima que no quisiste ser mi juguete.