**Mikail**
Los días pasaron.
Me aseguré de no verla.
No debía.
Me concentré en los informes, en las reuniones, en patrullar el territorio.
Pero no importaba cuántas responsabilidades llenaran mis días, su presencia se sentía como una sombra al borde de mi conciencia.
Cada vez que su nombre llegaba a mis oídos, algo se tensaba en mi interior.
Algo molesto.
Algo peligroso.
Y, para mi frustración, no tenía control sobre ello.
Una noche, cuando intenté hablar con ella, me recibió con una mirada helada y una única frase que se sintió como una daga.
—Eres una basura como Rowan, Alfa Mikail.
Me tomó por sorpresa.
Pero la sorpresa rápidamente se convirtió en ira.
—No me compares con ese bastardo —gruñí, sintiendo un fuego arder en mi pecho.
Ella simplemente se encogió de hombros, como si mi reacción no significara nada.
Como si yo no significara nada.
El gesto me irritó más de lo que debería.
No volví a acercarme a ella después de eso.
Pero, para mi desgracia