**Mikail**
El cuerpo de Lyra estaba frío y débil en mis brazos, su conciencia parecía estar tambaleándose entre la vigilia y la inconsciencia.
Se sentía ligera, demasiado frágil, como si pudiera romperse con el más mínimo movimiento.
No tenía por qué importarme.
Ella se lo había buscado.
Su voz apenas fue un murmullo, rota por el sufrimiento.
—¿Qué está… pasando?
No respondí de inmediato. Mantuve la mirada al frente, impasible, ignorando su pregunta como si no tuviera derecho a hacerla. Porque no lo tenía.
Pero entonces, la mano de Krimson rodeó la suya con delicadeza.
—No te preocupes por nada —su tono era calmado, pero firme—. Estarás a salvo.
Lyra exhaló con dificultad, sus párpados temblando antes de cerrarse de nuevo.
Mi mandíbula se tensó. Algo en su agotamiento absoluto, en la forma en que su cuerpo se entregaba sin resistencia, me generó un extraño ardor en el pecho.
No pude contenerme.
—¿A qué se debe esa actitud?
Krimson arqueó una ceja con una leve