El aire de la calle era frío y sucio.
Me sentía una extraña en mi propia piel, como si estuviera caminando en un mundo que no era mío. Había caminado toda la mañana hasta llegar a la camioneta que dejé estacionada cerca de un teléfono público. Subí, la encendí y hui. La camioneta se movía por las calles de la ciudad, como un fantasma en la mañana. El plan estaba en marcha, y mi corazón latía con fuerza. La primera ficha se había movido, y ahora tenía que mover la segunda.
La lista de nombres que mi padre me hizo memorizar se sentía como un tatuaje en mi piel. Cada nombre era un paso en mi camino, un paso hacia la venganza. El segundo nombre era el de un hacker, un hombre conocido por su astucia y su habilidad para infiltrarse en cualquier sistema. Mi padre lo usaba para manipular, para robar, para hacer lo que quería. Y yo, me convertiría en él.
Mi padre me dijo que usaba sus habilidades para el mal y creo que fue la única vez que fue realmente honesto conmigo. Debí suponer en ese mom