El ruido de la alarma espantó a Iris; aquel nefasto sonido la había despertado. Por suerte, contaba con más de dos horas para alistarse e irse a trabajar, aunque estaba tentada de quedarse en la comodidad de su cama. Intentó levantarse, pero una mano la tenía rodeada, sujetándola con fuerza contra el cuerpo de alguien más. Estaba tan acostumbrada a dormir sola que había olvidado que dormía con Hugo. O eso habían intentado, porque después de la noche que habían tenido apenas habían dormido dos horas.
Intentó levantarse nuevamente, pero Hugo empezó a despertar. Le encantaba sentir cómo su brazo la atraía más hacia él, y su perfume se mezclaba con su piel. De repente, sintió que algo más rozaba su pierna, y se dio cuenta de qué era. Se volteó lentamente para ver a Hugo, aún con los ojos cerrados.
—Hugo… —intentó llamarlo despacio.
—Mmm —se quejó él.
—Tenemos que levantarnos. Hay que ver cómo sigue Max —le anunció Iris.
—He tenido la mejor noche de mi vida, déjame apreciarlo un poco más —