Serethia no supo en qué momento habían abandonada la ducha para acabar en la cama, ni cómo habían terminado en una posición que le parecía aún más indecorosa… Pero tampoco le interesaba pensarlo; el calor del cuerpo de Alec contra el suyo la desarmaba por completo, como si todos sus pensamientos escaparan antes de poder hilarlos de forma lógica.
Trató de contener sin éxito un gemido, aferrándose con fuerza a los cabellos oscuros que estaban entre sus dedos, mientras su cuerpo se arqueaba bajo una oleada incontrolable de placer.
—E-espera… —jadeó debido a otro gemido que casi la dejó sin aliento. Se cubrió el rostro, avergonzada por el sonido traicionero que había emitido, como así pudiera frenar el calor que se extendía por todo su cuerpo.
Alec se detuvo y rio, con un sonido suave, cuando ella intentó cerrar las piernas, a pesar de que él aún no se había movido de su lugar. Después, como una sombra líquida, se deslizó por su piel hasta cubrirla por completo, permaneciendo entre sus m