El silencio que siguió a la declaración de Daryan no fue vacío.
Fue reverente.
Los clanes reunidos en el patio central no se movieron. Las brujas de Elaren detuvieron sus cantos. Las hadas lunares descendieron lentamente, como si la gravedad se hubiese intensificado. Incluso los lobos guardianes, siempre alerta, se sentaron con las orejas bajas y las miradas fijas en Kaeli.
Ella no dijo nada.
No aún.
Solo lo miró.
A él.
A Daryan.
Y en sus ojos, no había sorpresa.
Había verdad.
*
Serenya de Aelthorn fue la primera en romper el silencio.
—Una declaración como esa no puede quedar sin ceremonia —dijo, con voz firme—. Si el Alfa ha elegido a su Luna, entonces los clanes deben reconocer la unión. No como romance. Como alianza ancestral.
Maelis asintió.
—El linaje Kalei y la manada Volkov han estado separados por siglos. Esta unión… los une no solo por sangre. Por destino.
Varek se levantó.
—Propongo que se convoque el Ritual de Lunas Gemelas. Que se celebre bajo el sol y la luna. Que se sel