Cuando finalmente llegamos, Mazhar estacionó en un área tranquila, rodeada de árboles y una atmósfera de misterio. El lugar era un pequeño bar escondido, con una entrada discreta que prometía privacidad.
Al salir del coche, me sentí como si estuviera cruzando un umbral hacia lo incógnito. Mazhar se acercó a mí, y su mirada estaba llena de una mezcla de deseo y posesión. —Confía en mí —dijo, extendiendo su mano hacia mí. Miré su mano, dudando por un instante. Pero en el fondo, sabía que había tomado la decisión de seguirlo. Acepté su mano, sintiendo cómo una chispa de electricidad recorría mi piel. Con un último vistazo hacia el camino que dejábamos atrás, di un paso hacia adelante, adentrándome en un mundo que prometía ser tan fascinante como peligroso. Era el momento de descubrir qué secretos guardaba Mazhar Arslan, y qué significaba realmente ser deseada por él. Al entrar en el bar, la atmósfera cambió drásticamente. Las luces tenues y la música suave creaban un ambiente íntimo, perfecto para lo que estaba a punto de suceder. Mazhar me llevó a una mesa apartada, donde la cercanía entre nosotros se volvió perceptible. Desde el primer momento, su actitud fue cautivadora. Mazhar se inclinó hacia mí, sus ojos verdes fijos en los míos, y una sonrisa encantadora dibujada en su rostro. —¿Te gusta el lugar? —preguntó, su voz suave como la seda. —Es encantador —respondí, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojaron bajo su mirada intensa. La conversación fluyó con naturalidad, pero había una tensión subyacente que no podía ignorar. Cada palabra que intercambiamos parecía cargada de significado, y el ambiente se tornaba más cálido con cada risa compartida. Sin embargo, a medida que la noche avanzaba, noté un cambio en su comportamiento. Mazhar comenzó a ser más posesivo. Cada vez que un grupo de personas se acercaba a nuestra mesa, él se inclinaba un poco más cerca de mí, como si quisiera marcar territorio. —No dejes que nadie más te mire así —dijo, con un tono que era tanto una advertencia como una declaración. Sus ojos destellaban con una mezcla de deseo y control. No sabía si sentirme halagada o incómoda. Había algo intrigante en su forma de ser, pero también me hacía cuestionar hasta dónde estaba dispuesta a llegar. A medida que la conversación continuaba, el coqueteo se intensificó. Mazhar se acercó más, su mano rozando la mía sobre la mesa. Cada roce era como una chispa, encendiendo un fuego interno que no podía ignorar. —Eres diferente, Elif —murmuró, su voz baja y seductora—. Me gusta eso de ti. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Su cercanía me hacía sentir viva, pero también me recordaba que estaba tratando con un hombre que sabía lo que quería y no dudaba en ir tras ello. La conversación se tornó más personal, y con cada revelación, la tensión entre nosotros creció. Mazhar me miraba con intensidad, como si pudiera leer cada pensamiento en mi mente. —¿Sabes? —dijo, inclinándose aún más cerca—. No puedo evitar querer protegerte. Sus palabras resonaron en mi interior. Había algo romántico en su deseo de cuidar de mí, pero también me hacía sentir atrapada. —No necesito protección —respondí, intentando mantener mi independencia. Mazhar sonrió, pero había una chispa de desafío en su mirada. —Quizás no lo necesites, pero yo quiero hacerlo. El juego de poder entre nosotros se volvía cada vez más evidente. Su deseo de control era palpable, y aunque me sentía atraída por él, una parte de mí se resistía a ser dominada. A medida que la noche avanzaba, el ambiente se tornaba más denso. Las miradas que compartimos eran como un fuego en el que ambos nos estábamos quemando. Cuando finalmente se acercó lo suficiente como para susurrar en mi oído, sentí su aliento cálido y la electricidad entre nosotros alcanzó un punto álgido. —No puedo dejar de pensar en ti —dijo, su voz un suave murmullo que me hizo temblar. Era una declaración que me atrapaba entre el deseo y la incertidumbre. ¿Era este el principio de un romance apasionado o el inicio de una relación posesiva que podría consumirnos a ambos? Mientras la música sonaba de fondo y el mundo a nuestro alrededor se desvanecía, su mano tomó la mía con firmeza. En ese momento, supe que estaba a punto de cruzar una línea. La atracción era irresistible, pero el precio de esa atracción era algo que aún no entendía completamente. Con el corazón latiendo con fuerza, decidí dejarme llevar. La noche apenas comenzaba, y con ella, un viaje que prometía ser apasionante y peligroso. La atmósfera en el bar se tornó cada vez más densa, como si el aire estuviera cargado de electricidad. Mazhar me miraba con una intensidad que me hacía sentir expuesta y deseada al mismo tiempo. Cada palabra, cada roce, me acercaba más a un precipicio del que sabía que no podría retroceder. A medida que la conversación se volvía más íntima, sentí cómo la tensión entre nosotros alcanzaba un punto crítico. Mazhar se inclinó hacia mí, su rostro tan cerca que podía sentir su aliento cálido. —Eres increíble, Elif —murmuró, y antes de que pudiera responder, sus labios encontraron los míos. El beso fue ardiente y posesivo, lleno de un deseo que me sorprendió. Sus manos se posaron en mi cintura, acercándome a él con una fuerza que me hizo sentir vulnerable. Era un beso que hablaba de posesión, de la necesidad de tenerme solo para él.