Elif Pellegrini
Desperté en la oscuridad, un velo pesado cubriendo mis sentidos. Mi cabeza palpitaba, un dolor sordo que me impedía pensar con claridad. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Intenté moverme, pero mi cuerpo se sentía pesado, como si me hubieran puesto un lastre.
Mis ojos se acostumbraron lentamente a la penumbra y pude distinguir la silueta de la habitación. No era mi habitación, pero algo se sentía diferente, como si el aire estuviera cargado de tensión. Entonces lo vi. Romeo. Estaba sentado en uno de los sillones, su figura recortada contra la tenue luz de la ventana. Me observaba en silencio, sus ojos oscuros e impenetrables.
Un escalofrío me recorrió la espalda. No recordaba cómo había llegado allí, solo fragmentos de una pesadilla que se desvanecían en mi mente. ¿Qué me había hecho? ¿Por qué me miraba así?
— ¿Qué... qué pasó? — pregunté, mi voz apenas un susurro.
Romeo no respondió de inmediato. Siguió observándome, como si estuviera tratando de descifrar mis pensamie