Elif PellegriniEn el cielo de la mafia, la tempestad era la furia del Don, un cielo de plomo que se desplomaba sobre sus enemigos. El miedo, como una sombra alargada, acechaba en los callejones oscuros, donde el poder de la mafia era ley. La sangre, tinta roja en el lienzo de la ciudad, narraba las brutales verdades del imperio mafioso. El poder, cual rayo incandescente, surgía del cielo nocturno, iluminando el camino de los líderes mafiosos. La tempestad era el rugido del león herido, el Don, cuyo poder se extendía por todo el territorio. El miedo, cuál niebla espesa, envolvía a aquellos que osaban desafiar el poder de la mafia. La sangre, cual río carmesí, arrastraba las esperanzas de aquellos que se cruzaban en el camino del Don. El poder, cual sol implacable, quemaba a aquellos que se acercaban demasiado, recordándoles su lugar. La tempestad era la danza macabra de la mafia, donde el cielo se vestía de tragedia y el poder reinaba. El miedo, cual lobo hambriento, acechaba a la som
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