Escucho un golpe por lo que me hace agilizar hacia donde están ellos, cuando los consigo en la puerta de la entrada principal, miro como Theo tiene la mano sobre su mejilla y los ojos oscurecidos, sus fosas nasales se dilatan con temor, empuña su mano y la otra la alza, Elif en ningún momento se inmuta, solo lo mira con asco y resentimiento.
Cuando la mano del Sottocapo estuvo a punto de tocar la mejilla de ella, fue detenido por mí sujetándole la muñeca.
— Ni se te ocurra ponerle una mano encima. — le advierto — Nunca lo piense ni lo hagas, Theo.
Se suelta de mi agarre molesto mientras la tapo con la toalla otra vez.
— ¿Ahora vas a defender a esta perra? ¿Por qué lo haría? Ella es la que le debe respeto al futuro cabecilla de esta organización.
Ni siquiera me he muerto ni mucho menos estoy desahuciado para que esté pensando que será el Don de la mafia Siciliana.
Me acerco lentamente a él hasta quedar a dos centímetros de distancia. — El único jefe de esta maldita organización soy y