Bianca llegó a su departamento, sintiendo el cansancio del día en sus hombros. El encuentro con su exsuegra, la había dejado agotada. El agotamiento mental era peor que cualquier fatiga física. Se quitó los zapatos y caminó por la sala, sintiendo un poco de alivio por estar en casa y una profunda inquietud.

La idea de que Jackeline estuviera involucrada en la vida de los mellizos la agobiaba. Sentía que no había tenido otra opción más que decir que sí. Ahora, ni siquiera tenía un plan. ¿Qué días le diría que podía ir? ¿Con qué frecuencia? La idea de tener a Jackeline en su espacio, en su hogar, la ponía nerviosa.

No le gustaba la idea, en lo absoluto. La relación que había tenido con su exsuegra no había sido la mejor, y ahora temía que eso pudiera afectar a los niños. Pero al mismo tiempo, intentaba convencerse de que esto podría ser algo positivo para ellos. Esperaba, de corazón, que Jackeline estuviera sinceramente interesada en los niños.

Que su deseo de verlos no fuera solo para