Capítulo 156
Eric arrastró una silla y la colocó cerca de la cama, un ruido sordo que no le importó. Se desplomó sobre ella, sin importarle la hora, que ya era de madrugada, ni el cansancio que sentía. El pasillo del hospital, con su luz fría y su silencio opresivo, era un mundo lejano. Aquí, en la penumbra de la habitación, solo existía ella. El dolor físico que lo había consumido al pelear se sentía insignificante al lado del dolor emocional que le carcomía el alma.
Tomó la mano de Bianca, sintiendo su piel fría y frágil. Solo ese contacto le daba la fuerza para seguir. Se sentía un fracaso. Había llegado a tiempo para salvarla, sí, pero no para evitar que la hirieran. Y mucho menos para salvar a su hijo, un hijo que no supo que existía hasta que se había ido para siempre. Las lágrimas, que había contenido desde que el doctor le dio la noticia, rodaron por sus mejillas.
—Lo siento mucho, Bianca —susurró, con la voz ahogada por la emoción—. Debí protegerte, debí hacerlo mejor.
Besó e