Vanessa
Apenas llegué al casino, dejé mi bolso en el vestidor y me puse el traje ajustado y el delantal negro que olía a cigarro. Metí un par de cigarrillos en el bolsillo junto con el encendedor. Respiré hondo. Solo esperaba no encontrarme con ese hombre loco, tatuado y con ojos que parecían atravesarme. Caminé por el pasillo en penumbra, directo a mi zona de trabajo, cuando lo vi.
En la esquina, cerca de las máquinas, estaba Daniel. Por un momento, me sentí aliviada. Iba a acercarme, pero me detuve en seco. Estaba con una mujer. Sus manos acariciaban el hombro de ella con una confianza que me heló la sangre.
—¿Qué significa esto, Daniel? —pregunté, tragando saliva.
—Ah, ya viniste, Vanessa. Llegaste temprano hoy.
—¿Si? Para salir temprano —respondi con una sonrisa, como si nada pasara.—¿Qué haces?
—Estoy atendiendo a una clienta. Luego hablamos.
—Estás perdiendo el tiempo, Daniel —replicó la clienta con molestia.
—Eh, si disculpa, es que...
—¿Me vas a atender? —preguntó ella con v