8. Ser su amante.
Zaira.
Ya no sabía qué hacer. Lo peor era que ahora mi madre sabía que estaba esperando un hijo. Lo único que me dijo fue que no abortara y que luchara como fuera para criarlo, pero eso no hacía que la situación fuera menos terrible, no tenía trabajo, mi jefe me había llamado mil veces y yo había decidido huir. Le dije que no quería seguir trabajando porque estaba embarazada; pensé que así me dejaría en paz. Para él, una bailarina embarazada no podría servirle de ninguna forma, pero ni siquiera me pagó lo que me debía por las noches que trabajé, prácticamente me quedé sin nada.
Todo lo que me quedaba era pensar con exactitud y claridad qué iba a hacer con el bebé, si seguir adelante o quizá. No deberia pensar en esas ideas, las aparté de mi cabeza con violencia. No soy capaz de nada que me destruya.
La noche llegó y solté un suspiro pesado; salí al frente de la casa para ir a la pulpería a comprar arroz y algo para preparar la cena.
Cuando me acercaba al portón, un auto lujoso se det