3. Desgraciada.
LeonardoMoví la cabeza sintiendo un leve mareo. Mis párpados pesaban, abri los ojos lentamente. Cuando logré enfocar la vista, lo primero que vi fue el cuerpo desnudo de una mujer a mi lado.—Maldita sea… —murmuré entre dientes, incorporándome de un tirón.Sentí el estómago revuelto, la cabeza me daba vueltas. Caminé hasta la ducha, abrí la llave del agua fría y dejé que el líquido helado me golpeara el rostro. Necesitaba despejarme, recordar qué diablos había pasado anoche. No lo conseguí del todo. Lo único que tenía claro era que había bebido demasiado… y ella, por el estado en que la encontré, también debía estar ebria, quizá drogada.Tal vez ser bailarina la ayudaba a usar su cuerpo como un arma para engatusar a cualquier hombre. Y yo, estúpidamente, había caído en su red. ¿Quien diablos será? Para que me preguntó eso, si no me interesa.Respiré hondo, me sequé con la toalla y me vestí sin mirarla demasiado. Su respiración era tranquila, sus labios entreabiertos, completamente a
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