Ella no es una Alfa común. Es la Alfa de Alfas, líder indiscutible de una de las manadas más poderosas del continente. Nain jamás buscó a su destinado. Su prioridad siempre fue su gente, su legado… y el peso de un trono que heredó demasiado pronto. A sus ciento cincuenta años, la repentina muerte de su padre la obligó a tomar el mando sin margen para el duelo. Desde entonces, gobierna con mano firme. Es fuerte, temeraria, estricta y calculadora. En los negocios es una estratega implacable; en la manada, una líder casi dictatorial. Quienes han intentado cruzar su coraza la describen como una mujer de hielo, incapaz de sentir. Pero quienes realmente la conocen… Saben que, detrás de esa fachada impenetrable, late un corazón tierno y generoso, que ha amado, perdido y sacrificado más de lo que muchos imaginan.
Leer másMi vida no podría ser más caótica de lo que ya es, ¿cierto?
Mi tío, quien ha estado conmigo durante los últimos ocho años —los mismos en los que me he hecho cargo de mi manada, Blades Moon, como fue bautizada hace siglos— ahora ha tenido la brillante idea de que contraiga matrimonio con uno de los Alfas del norte. ¿Por qué tan lejos? Y no es que tenga intenciones de casarme con nadie, pero si algún día lo hiciera, sería con mi destinado... y con nadie más. Ni siquiera he tenido la dicha de conocerlo, y ya pretenden atarme a un idiota al que solo he visto en reuniones formales. Y eso no es lo peor. Oh, no. Lo peor es que ese tipo me cae de la peor manera posible, y creo que el sentimiento es mutuo. Para colmo, fue uno de los primeros en oponerse cuando el Alfa Supremo me cedió el cargo, como si tuviera alguna autoridad para cuestionar la decisión divina. Primero: yo nací con la marca. La marca que sólo la Diosa Luna otorga al nuevo Alfa al momento de nacer. Esa marca nadie la puede falsificar, borrar ni negar. Segundo: soy la única hija del anterior Alfa, o sea, mi padre. Tercero: nadie más conoce esta manada como yo. Mi padre me preparó durante años, sabiendo que los demás Alfas se opondrían a que una mujer tomara el cargo. Su machismo y sus litros de testosterona no les permiten ver más allá de sus propias narices. Creen que, por tener musculos, están más capacitados para liderar. Ja. Se equivocan. Una mujer puede. Y yo les he demostrado que puedo. Lidero esta manada mejor que cualquier macho, y estoy cien por ciento segura de que ni siquiera mi beta lo haría mejor que yo. No entiendo cuál es el interés real de mi tío en que me case con ese Alfa grotesco, subdesarrollado y más primitivo que un cavernícola. Tal vez su manada sea fuerte, sí. ¿Y? Me importa tan poco que podría limpiarme los mocos con su reputación. —Tu unión con el Alfa Brenon es un hecho —me anuncia, entrando sin avisar a mi despacho. Gruño por la interrupción. —¿Cuántas veces te he dicho que toques la maldita puerta? —gruño cada palabra. —También vivo aquí —dice, como si eso lo justificara. Lo fulmino con la mirada. Mis ojos enrojecen, mi loba se asoma. Él baja la cabeza. Sabe que a ella tampoco le gustó su atrevimiento... y mucho menos la noticia. —Lo siento, mi Alfa. —Vete… antes de que se me olvide que eres mi tío. "—Un tío que quiere casarte con un maldito despiadado… —Lo sé. No me lo recuerdes. [***] —¿Qué haces aquí? —le espeto al imbécil que ha tenido el descaro de entrar a mi habitación sin permiso. Me cruzo de brazos. —Seré tu esposo dentro de poco. Deberías empezar a darme lo que deseo de ti —responde con esa arrogancia que me repugna. —¿Y qué se supone que es eso que tengo que darte? —pregunto con frialdad. Él me observa con descaro. Mi cuerpo está cubierto solo por un albornoz, y sus ojos se arrastran por mi piel como si ya me poseyera. —Complacerme en la cama. Para eso sirven las mujeres. ¿Pero qué clase de mujer crió a este imbécil? —¿Tienes madre? —pregunto, mordaz—. Porque pareciera que te criaron animales, no una mujer. ¿Acaso ella no vale nada para ti? Supongo que tu padre fue el que te enseñó eso. Si es así, lamento decirte que conmigo te equivocaste. No pienso abrirte las piernas ni hoy, ni mañana, ni nunca. Podremos casarnos, pero eso no sucederá. Se acerca a mí, furioso. —Serás mía ahora… y cuando me plazca. Ah, esto va a dolerle. Me toma del antebrazo y me jala contra su cuerpo. Aprovecho la cercanía: levanto la pierna y le clavo la rodilla con fuerza entre las piernas. Gime y me suelta. Antes de que caiga al suelo, le doy una patada en la cara. Y como la violencia no es lo mío… lo remato con una patada en el abdomen. Si le saco el hígado, pues qué pena. [***] Cuando descubrí el verdadero motivo detrás de este matrimonio forzado, decidí dejarlo todo. Y no, eso no fue lo peor. Lo peor fue enterarme de que personas en las que confiaba ciegamente estaban detrás de todo esto. Juro que me las van a pagar. Ahora sí van a conocer lo peor de mí. Tomé mi auto y conduje sin rumbo fijo hasta que llegué a un bar. No entré para ahogar mis penas en alcohol. Solo necesitaba un trago para calmar las ansias… y pensar. No sé cuánto tiempo estuve allí, hasta que ese aroma me golpeó. Agradable. Exquisito. Mi piel se estremeció. Mi corazón latía desbocado. Mis ojos lo buscaban. Era él. No quería verlo. No ahora. No en medio de mi rabia. Pero su aroma me envolvió. No pude evitarlo. —¿Puedo acompañarte? —preguntó una voz grave que hizo que suspirara sin querer. —Sí… por qué no —le respondí. Él llegó a mi vida para desordenarlo todo. Para ser mi caos, mi desafío... Y, sin saberlo, la única luz que podía iluminar mi oscuridad.NAÍN —¡Que NO! No me voy a casar con un lobo, y menos con un Alpha... y mucho menos si no es mi mate. —Solo sería hasta que todo esto pase... —¿Y qué clase de Alfa sería si delego mis obligaciones a otro? ¿Te has puesto a pensar en eso? Ya de por sí, no soy bien vista por liderar una manada tan grande y fuerte. Ahora imagina cómo me verán con un matrimonio arreglado —rebatí, cruzándome de brazos. —Ya has demostrado que eres una excelente líder... —Sí, pero si me caso solo por los ataques, perderé toda credibilidad. No, gracias. Si estás tan ansioso por bodas, ¡cásate tú! —me giré y salí del comedor, encerrándome en mi despacho. Quizá aliarme con otro Alpha me daría una ventaja para encontrar al responsable... pero una alianza no es lo mismo que un matrimonio. Dos días después, las alarmas rompieron el silencio. Otro ataque. Esta vez, cazadores, vampiros y lobos armados hasta los dientes. Algunas cabañas ardían mientras nos enfrentábamos al enemigo. —¡Alpha Naín, cuidado! —Edri
NAÍN Subí al auto y pedí que me llevaran al apartamento de Yaren. No tengo contemplado regresar a la manada hasta dar con los otros dos humanos que colaboraron con el traidor. De solo pensarlo me hierve la sangre. —Maldito infeliz —mascullé, molesta. —Hemos llegado, Alpha. —Gracias. Estén pendientes —dije al salir del auto y dirigirme al ascensor. Tendré que hacer una revisión exhaustiva de todo mi personal. Ya no puedo confiar en nadie ciegamente. La puerta se abre apenas llego. —Por la Diosa, Naín, tienes sangre. —Por eso te pedí que prepararas la ducha. —¿Lo mataste tú misma? —Sí, Yaren. Lo maté yo. —¿Alguien más no pudo hacerlo? —No. Soy la líder, la que planea y ejecuta. —Ven, necesitas deshacerte de ese peso que llevas encima. —Si hubiera sido hombre, no hubieras dicho eso, ¿verdad? —No, pero no necesitas demostrar que eres capaz de ser una buena líder. —En un mundo machista, estoy segura de que sí debo —me deshago de la ropa—. Este mundo está dominado por hombre
—Tráiganlo ante mí ya —ordené con voz helada. Edril se dirigía a la puerta, pero lo detuve. —Espera, Edril. Llévalo al lugar donde nos encargamos de los traidores. —Sí, Alfa —respondió sin dudar. No quiero manchar mis pisos con la sangre de alguien como él. Tomo mi laptop y la resguardo con cuidado, como siempre. Papá me enseñó a proteger lo valioso y a deshacerme de los traidores antes de que causen un daño mayor. "Para ser un buen líder, debes ir siempre un paso delante de tus enemigos", me repetía. Y tenía razón. Mis enemigos no se limitan al mundo sobrenatural. También están en el mundo de los negocios. Humanos ambiciosos que quisieron hacer tratos sucios conmigo. Como me negué, muchos desean verme muerta. Cuando llego a la bodega, Edril, Tamir y Galo —uno de mis mejores guerreros— me esperan. —Alfa —dicen al unísono, inclinando la cabeza. Paso de largo, sin responder. Mis ojos están fijos en mi objetivo. —¿Por qué? —pregunto con voz baja pero firme. Aurelio me mira conf
Narrador omnisciente El fuego comenzó a cubrir el contenedor. La Alfa aún seguía dentro. En cuanto el Beta se dio cuenta, corrió a socorrerla. Entró sin importarle que el fuego le causara lesiones. Avanzó hasta encontrar su cuerpo, la tomó en brazos y la sacó. Estaba lacerada, con una gran herida en el costado. Salió del contenedor y fue directo al auto que ya lo esperaba. Subieron al vehículo y la llevaron a una clínica. Ella seguía inconsciente. —Mi Alfa, por favor despierte —suplicaba el Beta mientras el conductor manejaba como un maniático. Al llegar, la acostaron en una camilla. Un doctor se acercó de inmediato. —¿Qué le ocurrió a la Alfa? —preguntó el médico. —Estaba rastreando algo... no me dijo qué. Cuando llegó al último contenedor, este explotó. Al parecer, había algún tipo de dispositivo. —¿Por qué no cura? ¡Debería estar sanando! —exclamó el doctor al observar la herida. —Ha perdido mucha sangre —respondió el Beta. —La llevaré al quirófano. Eso que tiene en el cos
NAIN. —Nunca lo olvidé, Deka… Es el mismo olor que tenía papá cuando murió. “—Entonces eso significa que el mismo que mató a papá está detrás del ataque. —No solo de este ataque, Deka. Estoy segura de que está detrás de todos. Sea quien sea, vamos a dar con él y vamos a acabar con su vida. No importa de qué especie sea. Los voy a aniquilar. “—Los vamos a aniquilar. —Alfa, ¿qué sucede? —Nada —Voy a mantener esto en secreto hasta tener algo en concreto. Tal vez tenga a alguien ayudándole desde dentro. Sé que entre mi propia gente hay quienes no me aceptan como su Alfa. Por eso no voy a echarme atrás; voy a luchar por mi gente hasta el final. Sigo el olor hasta que lo pierdo. Tal vez subió a algún auto. Lo único que se percibe ahora es el olor a diésel… Tal vez sea de los vehículos de los guerreros. Terminamos de revisar todo el perímetro y regresamos al mismo lugar donde comenzamos. —Será mejor que regresen a sus puestos. Excepto ustedes dos. —¿Puedo ir, Alfa? —No, Edril. Te
—¡Papá, no! ¡Mírame! —grité por enésima vez—. ¡Papá, por favor, no me dejes! —Las lágrimas corrían por mi rostro como torrentes—. ¿Quién te hizo esto? —Me aferré a su cuerpo inerte. Sentí una mano sujetarme del antebrazo y, sin pensarlo, saqué mis garras y las hundí con furia en las piernas de quien intentaba apartarme, desgarrando su ropa y piel—. ¡No te atrevas a tocarme! —rugí. —Papá... —lo abracé, su cuerpo ya estaba frío—. ¿Por qué, Diosa Luna? ¿Por qué te lo llevas ahora? —sollozaba sin importarme quién mirara—. Papá... papá... —Papá... papá... —desperté empapada en sudor y agitada. “—¿Otra vez pesadillas? —preguntó mi loba. —Sí, Deka... ¿por qué siguen ahí? Dime... “—Quizás porque viste morir a tu padre entre tus brazos. —Tal vez... Corté la conexión con mi loba, me levanté de la cama y caminé al baño para comenzar el día. ⚜️⚜️ Antes de continuar, me presentaré. Soy Naín Taria Blondel, Alfa de Blades Moon. Hija única, doscientos cincuenta años, aunque luzco como una jo
Último capítulo