Un par de días después, el ambiente apreció enrarecerse. así lo estaba sintiendo Adara desde que despertó esa mañana. Pero hizo caso omiso, No así Vladislav. En el ambiente algo que pesaba más que la sombra misma. De repuve la tensión en la manada había alcanzado un punto crítico. La noticia de la unión entre Vladislav y Adara, a través del ritual sellado bajo la luz de la Luna Azul, y luego la marca en el cuello de la abogada, ya había recorrido todos los rincones de la propiedad Drakos. Algunos la recibieron con resquemor; otros, con odio y otro grupo lo aceptó sin ver complicación. Pero ninguno de los miembros de la manada estaba indiferente.
Irina, desde que supo lo que había sucedido, había estado trabajando en las sombras, manipulando la situación con la tranquilidad de una serpiente acechando a su presa. Un odio incontenible se apoderó de ella cuando uno de los miembros de la manada la llamó para darle la gran noticia. En su mente, la profecía era una amenaza a su poder, y Adar