El aire en la mansión Drakos estaba cargado de electricidad. La tensión entre ellos que se filtraba en cada rincón. En el salón, la división entre los miembros de la manada se hacía cada vez más evidente. Solo miradas de odio y otras de confusión giraba alrededor. Y por sobre ellas, la desconfianza tomaba el control de las emociones.
Definitivamente Irina, lo poco que hizo fue letal para la manada, destruyó en solo minutos lo que a Vladislav le costó años construir. Resquebrajó la lealtad que era el iceberg de la relación con sus hombres.
Vladislav, con los puños apretados y la mandíbula tensa, observaba la escena frente a él, el conflicto entre Blade y Florín con sus hombres que la prueba del resquebrajamiento de la unidad que ellos representaban. En sus miradas de odio y sus respiraciones agitadas resonaba el eco de la violencia que acababa de desatarse.
Las manos de Florin, manchadas de sangre, temblaban con furia, su rostro estaba deformado por el odio. Blade, por otro lado, est