Pasadas las horas, el sol comenzaba a desaparecer en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rojizos y naranjas que parecían prometer el final de una calma que Adara ya no reconocía. Desde que regresó con Vladislav se encerró en la habitación y no ha querido salir ni recibir a nadie. Para su buena fortuna logró controlar el poder que recorría su cuerpo cuando él la encontró esa mañana La mansión, tan tranquila como siempre, se había convertido en una prisión para ella. Todo lo que conocía se desmoronaba a su alrededor, y los susurros de lo que vendría se volvían más fuertes, más claros.
Era como si algo dentro de ella se estuviera despertando más y más, como si ya no fuera capaz de ignorar lo que el destino tenía preparado. El secuestro, la traición de Irina, todo en su mente se revolvía… sospechaba que todo eso había sido solo el principio.
Vladislav había desaparecido durante unas horas, después de la charla sobre lo que había hecho, sobre lo que había desatado. Adara no sabía si te