¿Por qué? Era la pregunta que me hacía cada día desde aquella noche en la que lo perdí todo. La noche en que mi compañero me mandó a encerrar en una fría celda mientras él celebraba su unión con alguien más. A la vez que él marcaba a otra, yo sufría el dolor de su traición sola, con la vida de nuestro hijo escapándose entre mis piernas en aquel color carmesí. Pero mi destino no llegaría hasta ahí. Fui vendida como simple mercancía sin valor, comprada por el palacio para servir, y fue allí donde supe el cruel juego del destino. Frente a mí estaba el futuro Rey Alfa, mi segunda oportunidad, pero como era una simple Omega, fui rechazada y vendida una vez más. Así fue como terminé aquí, con las cadenas que me atan al más cruel y oscuro Alfa de toda la historia, considerado un demonio en vida, un hombre frío y sin sentimientos que me odia con cada fibra de su ser, pero no está dispuesto a dejarme ir. Yo soy su obsesión oscura, su instrumento para romper su maldición, pero ¿qué pasará una vez que logre romperlo? ¿Me liberará de sus cadenas?
Leer másCRYSTAL
"¡Estás embarazada!" Aquellas palabras dichas por la sanadora de la manada aún resuenan en mis oídos, fuertes y latentes, así como la pequeña vida que ahora crece dentro de mí. Miro el documento en mis manos, apretándolo fuerte, como si quisiera aferrarme a esas letras que confirman que realmente lo estoy. Una sonrisa temblorosa adorna mis labios, sintiendo cómo mis ojos se humedecen. Esta feliz noticia cambiará mi vida; de eso estoy segura. ¡BAM! Me exalto con el golpe de la puerta al ser abierta con brusquedad. Trato de esconder el documento de ella, la mujer que más me odia en este mundo, la madre de mi compañero. —¿Qué escondes ahí? Se acerca a grandes pasos, arrancándome el papel; sus ojos se van tornando oscuros a medida que va leyendo. Justo en ese momento entra mi compañero, todo mi mundo se congeló de miedo al ver su expresión severa tomando el informe de las manos de su madre. Los latidos acelerados y estruendosos de mi corazón me sacuden el pecho. Llevo mis manos instintivamente a mi vientre para proteger a mi cachorro de lo que él pueda hacerle. Sin embargo, solo se ríe, una risa cínica, cruel, cargada de un significado más profundo. Arruga el papel en sus manos, mirándome con ese odio desmedido para luego arrojarlo al fuego crepitante de la chimenea. —¿De verdad crees que vas a atraparme con un hijo?, yo soy el Alfa de esta manada y tu solo eres una patética Omega que olvidó su lugar, pero déjame recordartelo. Su fuerte bofetada volteo mi cara haciendo que cayera al suelo, podía sentir el sabor metálico de la sangre en mi boca que se escurren en un hilo rojo por mi labio. Su mano tomó mi cabello rojo con fuerza tirando de él para que viera ese odio que tanto me tiene por haber sido el error que la Diosa cometió al haberlo emparejado conmigo. —Solo estás aquí porque los ancianos dijeron que me harías fuerte, por eso no te rechacé, pero nunca fuiste nada para mí, solo la puta que satisfacía mis necesidades cuando eran requeridas. De un tirón de mi cabello me levantó, arrastrándome fuera de la habitación para luego bajar las escaleras. Intenté no llorar a pesar de que los ojos me ardían por las lágrimas, trataba de cubrir mi vientre para proteger la pequeña vida que crecía dentro sin importar lo demás. Nadie siquiera se inmutó al verme; todos seguían corriendo de un lado a otro, como si estuviesen preparando una gran celebración. Llegamos a los calabozos, dónde Kaden me arrojó adentro de una celda. Mis manos amortiguaron el golpe, raspándose con el suelo rústico. Sus pasos a mi espalda, acercándose, hicieron eco en el lugar; los vellos de mi nuca se erizaron al sentir el peligro. Giré la cabeza para enfrentarlo; no me dejaría intimidar, no esta vez cuando tenía algo más por lo que sacar mis garras, si era necesario. —A partir de hoy, dejarás de ser la Luna de esta manada. Tú y ese bastardo que llevas en el vientre son un error que jamás debió existir. Apreté el dobladillo de mi falda con fuerza, tratando de reprimir mi rabia por haberle dicho "bastardo" a mi cachorro. Se acercó, agachándose a mi altura, tomando mi barbilla para que lo viera muy bien con su risita de desprecio —Esta noche tomaré a una loba más fuerte, que esté a mi altura, ya no te necesito para nada, asi que aprovecha el poco tiempo que te quede porque al final del día serás vendida como simple esclava. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos sin poder evitarlo; mirando todo ese desprecio incluso por su propio hijo. ¿Por qué? ¿Qué hice mal? —No voy a rechazarte, porque espero que sientas el dolor calando tus huesos cuando la marque a ella, realmente voy a disfrutar mucho tus gritos de dolor. Se alejó, por fin, dejándome sola en mi dolor. Siempre fui la odiada, la marginada de la manada, la niña huérfana que fue rescatada en las fronteras. Cuando él me reconoció como compañera, iba a rechazarme; lo pude ver en sus ojos, pero uno de los ancianos lo detuvo, diciéndole que yo lo iba a hacer fuerte y, como estúpida, creí que me amaría con el tiempo. Me levanté del suelo húmedo y sucio para golpear las rejas, gritando a todo pulmón para que me sacaran de aquí. No podía; él no podía marcar a otra sin rechazarme antes. Mi bebé… mi bebé. Desesperada, busqué mil maneras de abrir la reja. Me pasé horas buscando algo que me ayudara a abrir la cerradura. Mis manos temblaban por completo, el peso de los segundos resonando en mi cabeza como un maldito conteo regresivo. —Por favor, por favor, Diosa, no permitas que mi pequeño me abandone, no lo permitas. Haz que él se dé cuenta de su error, te lo suplico. Inútilmente, lloré por un milagro; incluso supliqué para que él se diera cuenta de su error y viniera a sacarme. Que ingenua y estúpida, él jamás mostró amor por mí; sus aptitudes siempre eran frías y distantes. Solo me buscaba cuando quería sex0. Lloré aferrándome a mi vientre, desesperada; entonces lo sentí. Un calor horrible se fue extendiendo por todo mi cuerpo. La marca de mi cuello comenzó a arder casi de forma incontrolable. —¡Ahhh!— caí al suelo de rodillas, temblando, todo mi cuerpo siendo traspasado por miles de agujas. Mis gritos llenaron nuevamente el aire, retorciéndome de dolor sobre el suelo frío. Mi vestido se pegó a mi cuerpo como una segunda piel; el sudor bajaba sin parar por mi frente y cuello. Sentía que moría. Mi visión comenzaba a fallarme, la oscuridad queriendo arrastrarme a su mundo. Algo más pasaba: un líquido tibio resbalaba por mis piernas, goteando hasta el suelo. Bajé mi mirada, mi garganta haciendo sonidos raros mientras apartaba la falda para ver sangre. La vida de mi hijo se escapa en aquel color carmesí; lo único bueno que me había pasado se me había arrebatado de una forma tan cruel. Perdón… perdón, mi pequeño, no pude… no pude protegerte. Por favor, no me odies. Tal vez estuviste conmigo solo unos días, pero te amé… desde siempre. Con eso dejé que la oscuridad me llevara; esperaba que me arrastrara a mi muerte, eso era lo que quería. ***** Abrí los ojos, algo aturdida, sintiendo mi cuerpo devastado. Un dolor agudo recorre cada partícula de mi cuerpo, recordándome lo que sucedió anoche. Desorbitada por el dolor que me atraviesa, intento enfocarme en algo, en algún ruido, lo que sea que me diga exactamente dónde estoy. La luz entra por las rendijas de las tablas de esta vieja casa; mis manos tocan la paja seca que me rodea. Parece que estoy en un establo, no estoy segura. —Estás despierta, por fin. Necesito que te levantes ya. La voz de esa mujer me estremece. Muevo un poco mi cabeza para verla con una sonrisa triunfal, feliz de haberme sacado de la vida de su hijo. —No me importa si te estás muriendo, te levantas porque no podemos esperar por ti. Mi cuerpo protesta ante cualquier movimiento; una punzada de dolor atraviesa mi espina dorsal hasta bajar a mi vientre recordándome lo que perdí. —Muevete, perra, deja de llorar. No hagas las cosas más difíciles. Tropiezo con mis pies, siendo casi arrastrada hasta una carreta con una jaula sobre ella. Un hombre se acerca mirándome, evaluándome como la mercancía que ahora soy. —Te daré solo diez monedas de oro; no vale mucho más. —¡Vendida! Me empujó hacia el hombre que no se molestó en atraparme; simplemente me dejó caer mientras contaba el dinero para dar por sentada la compra. Me levantó con fastidio, lanzándome adentro de la carreta antes de ponerse en marcha. La manada que creí mi hogar fue quedando atrás, una sombra de un pasado que quiero olvidar por completo. Me acurruqué en una esquina para poder llorar la única pérdida que realmente me importa, pero juro, juro que ellos van a pagar por esto.CRYSTAL El Reino se iba reconstruyendo poco a poco después de todo lo que ocurrió. Nuestra manada también se alza grande y hermosa, como recuerdo que era la primera vez que la ví aquel día que entré como prisionera. Camino por las calles llenas de gente y como siempre, los cachorros corren de un lado a otro jugando. Algunos se inclinan ante mí en forma de respeto, otros prefieren ignorarme por ser quien soy, sí, esos mismos de la primera manada. Ezra los ha mantenido en su lugar, ninguno se atreve a acercarse lo suficiente para decir cualquier insulto. —Luna, miré, allí están las flores que les gusta, ¿quiere que llevemos hoy? —No, Leonor, hoy prefiero que se adorne todo con las del jardín, son muy bonitas, además, Ezra dice que le gustan más esas. Lo dice porque fueron las que yo sembré, aquellas que realmente añoré que nacieron y lo hicieron, ahora cubren todo el castillo a sus alrededores manteniéndolo lleno de un olor muy agradable. Me detengo en un puesto de dulces, Leono
EZRA Él seguía siendo de sangre real, talvez piensen que esto es un error, pero a veces las malas decisiones te hacen reflexionar y él se acaba de dar de cuenta que cometió una muy grave. Nadie en este Reino lo va a querer al mando y ese es su castigo, ganarse de nuevo el favor de todos. Tendrá que aprender por los golpes de la vida que no todo es fácil. Morfeo no estuvo de acuerdo con dejarlo vivo, quería que yo tomara el Reino, pero no, yo no necesito Reinar, no quiero esa vida para mí y para los míos. Ví partir a Eder algo perdido, confundido, tendré que mandar a algunos hombres con él y lo vigilen, puede cometer una estupidez como suicidarse o algo. —No me parece que… —Entiendo tu enojo Crystal, lo entiendo bien, todo lo que te hizo, lo que le hizo al Reino, pero no creas que saldrá bien librado de todo eso. Creeme, pasará por muchas cosas horribles antes de que se gane de nuevo a su gente, a veces el peor castigo no es la muerte. Lo verás con el tiempo mi Luna y con e
CRYSTAL «Tu tenías que haberte quedado dónde te dejé, aún no he terminado contigo» —Pues ahora estoy aquí, su tanto me quieres lucha por tenerme aunque te aseguro que no saldrás bien librado de esto. Envolví a Ezra con una protección que sentí era necesaria de sacar. A mi lado llegó Morfeo y luego mi padre, todos nos preparamos para enfrentarlo, de aquí no iba a salir con vida. «Ya que lo quieren así» Rugió con fuerza haciendo que las criaturas del bosque avanzaran, son pequeñas o más bien, lobos pequeños con colmillos bien afilados. Estos corrieron hacia nosotros y nosotros hacia ellos; sin embargo mi atención y la de Ezra estaban en Eder quien solo se burla. «Algo más se trae, Ezra» «Lo sé, tengamos cuidado» Con mi poder de fuego arremetió contra esas cosas eliminando muchas de una sola sentada, mi poder de hielo les hacía difícil avanzar por el camino resbaladizo, eso nos dió la ventaja a nosotros que comenzamos a avanzar de nuevo. El primero en dar el ataque
CRYSTAL Lo abracé con fuerza sin querer separarme de él, pero me dijo que mi padre tenía que revisarme. Estaba tenso, podía sentirlo, creo que la verdadera razón por la que pude escapar es porque Eder sabe que tiene un enemigo mucho peor detrás de él. —Descansa, mañana nos tocará un día largo. Dejó un beso en mis labios y salió, a los pocos minutos llegó mi padre con una pequeña sonrisa. —¿Cómo te sientes? —Cansada y con mucho sueño. —Es normal— tomó mis manos haciendo algo con ellas, —tu cachorro necesita descansar, tu poder necesita restaurarse, mañana será tu día y el de Ezra. Creeme, esa tranquilidad que muestra es una fachada muy bien entrenada para no revelar sus verdaderas emociones. Lo sé, yo misma soy así algunas veces, pero Ezra es diferente, él esconde lo cruel, aquello que está mal para no perturbar. Supongo que eso es lo que hizo, esconder lo que verdaderamente siente para no agobiarme. —Debe odiarme por… —No lo hace, sabe que no lo hiciste a voluntad! sin emba
CRYSTAL El tiempo pasó y no hubo ruido, nada, mis ojos comenzaban a cerrarse, el cansancio emocional y físico me estaban haciendo una mala jugada. No podía quedarme dormida, no ahora, no en esta situación. Me levanté caminando hacia la puerta, la abrí saliendo al exterior. Los pasillos oscuros y la brisa hacen del ambiente algo lújubre y tenebroso, me temblaba el cuerpo de pensar en que al pasar por una de esas esquinas oscuras, saliera Eder arrastrándome a algún lado, para cumplir con su amenaza. Corrí silenciosa por ellos, mis pies descalzos tocando la tierra en el suelo por el tiempo abandonado, lo cual no era mucho. Bajé las escaleras hacia la cocina, no saldría por la entrada principal. Llegué a la puerta de salida, girando el pomo. Nada, estaba cerrada. Tenía que salir de aquí. Regresé yendo al área de lavado, nunca había estafo ahí, pero sabía más o menos por dónde quedaba. Crucé las sábanas tendidas, mirando en todas direcciones hasta que ví la pequeña puerta. —Por fav
NARRADOR Aidan llegó al Reino de Morfeo una vez que supo que Crystal ya no estaba, pero lo que consiguió, lo dejó aún más perplejo. Ezra estaba que rebosaba en furia, su bruma se había extendido mucho más allá de lo que nunca lo había hecho, en ella había un brillo extraño, diferente a lo que recuerda. Delante de él estaban todos los que trabajaban en el castillo, desde los guardias hasta las doncellas, todos y cada uno de ellos de rodillas. —¿Quién? Pregunto con una voz que no dejaba lugar a discusión, una voz mezclada con sus lobos capaz de hacer erizar la piel de todos. Aidan avanzó al frente, sabía que ninguno de los culpables estaba ahí, pero razonar con Ezra no sería fácil. —Ninguno de ellos es— habló Aidan tomando la atención de Ezra, —todos aquí son inocentes, los que estaban involucrados en esto ya están muertos. La tensión se hizo evidente en un segundo, Ezra no estaba para nada contento con verlo ahí, si no fuera por él y sus insistencias de que Crystal tení
Último capítulo