Ariana
Han pasado algunos años desde que dejamos atrás las sombras del pasado. Ya no vivimos en la constante incertidumbre, ni tememos lo que el mañana nos traerá. Hoy, cuando miro a Killian y a nuestro hijo, todo lo que alguna vez temí parece lejano, como si nunca hubiera existido. Pero sé que no fue así, que todo lo que superamos no se borra, solo se convierte en la base de lo que somos ahora. Y en estos momentos de tranquilidad, de amor, sé que cada sacrificio, cada lágrima, valió la pena.
El sol entra suavemente por las ventanas del salón, iluminando nuestra casa, nuestra vida. La casa que construimos no solo con ladrillos y madera, sino con la fuerza de lo que hemos sido y lo que hemos decidido ser. Un hogar. Un refugio.
El sonido de los pasos de Killian en la escalera me hace sonreír, como siempre lo hace. Ya no necesito mirar para saber que es él. Su presencia llena el espacio de una manera que es imposible de ignorar.
—¿Ya estás lista? —su voz llega suave desde la entrada, esa