Javier se alejó del resto. Ya tiene una idea de quien tiene a sus hijos, pero hasta no confirmarlo no se lo quiso mencionar a Valentina.
Marcó el número de su enemigo: el señor Gallardo, pero no hubo respuesta y eso lo desesperaba más y le confirmaba que él, tenía mucho que ver.
—Valentina, ven conmigo, por favor.
—¿Tienes noticias de mis hijos?
—No por el momento, pero debes acompañarme.
—¿A dónde me llevas?
—Tú me llevarás a casa de tu querido jefe Gallardo.
—¿Que tiene que ver él, con lo que está pasando?
—Mucho. ¿A caso él está preocupado por los niños que ha visto crecer? Yo no veo que él se comunique a cada momento para ver si hay alguna novedad.
—Deja de acusarlo.
—No lo defiendas si no lo conoces— respondió con la sangre hirviendo.
—No me juzgues cuando en el pasado preferiste mil veces creerle a una mujer que moría por verme destruida hasta que lo logró y tú nunca fuiste digno de creerme.
—No es momento para mencionar el pasado. Concentrémonos en el presente que es encontrar