Los hombres continuaron con su discusión vía teléfono. Mientras Javier ignora a la chica, ella busca su atención para que le aclare lo que acaba de decir.—¡Ja, ja, ja! Idiota, no creas que has ganado, aunque cantes victoria en este momento, no la tendrás tan fácil, te lo aseguro—. El señor Gallardo colgó la llamada y maldijo por todo lo alto a su rival después de decir esas palabras.—¡Maldito, infeliz, te haré pedazos!— Exclamó en voz baja Javier Montalván.—¿Por qué le dijiste que eres mi esposo?— Reclamó Valentina, parándose frente a él con las manos en la cintura.—¿Te gusta ese hombre?¿Estás en una relación de pareja con él?Quiso saber. Él está desesperado y a la vez celoso y furioso.—No. Pero fuiste muy grosero cuando él solo se preocupaba por mí y los niños.—¿Eso significa que para ti es normal que ese idiota te trate de esa manera, es decir, con palabras feas cuando se refiere a tu persona?—Solo…—Si lo vas a defender, mejor olvida el tema. Los chicos ya han ido a sus re
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