CAPÍTULO 8 – Sombras alrededor del fuego
Tao aguardaba en silencio, apoyado contra un roble cercano al sendero de la comunidad, cuando los vio regresar. Kerana caminaba ligera, con los cabellos sueltos y los ojos brillantes tras la excursión; a su lado, Tupã avanzaba con ese aire de orgullo que siempre lo acompañaba cuando sentía haber ganado algo.
El corazón de Tao se apretó. No podía dejar de notar la sonrisa en los labios de Kerana, ni la manera en que Tupã la miraba como si hubiera conseguido entrar en un terreno sagrado. El joven no soportó más y dio un paso al frente.
—¿Qué hacían allá arriba? —preguntó, sin rodeos.
Kerana iba a responder, pero Tupã la adelantó.
—Nada que deba preocuparte. Solo la llevé a las montañas.
Tao lo miró con desconfianza.
—¿Y habló? ¿Dijo algo sobre su pasado?
Tupã negó con la cabeza.
—Nada. Solo que desearía recordarlo.
Kerana bajó la mirada, como si aquella confesión la avergonzara y decidió marcharse a otro lado, lejos de la discusión de los hermano