CAPÍTULO 32 – El despertar del instinto
El brillo plateado de la luna seguía tiñendo el lago cuando la luz alrededor de Kerana finalmente se apagó. Todo quedó en silencio. El agua apenas se movía, como si incluso la naturaleza contuviera el aliento para contemplarla. Kerana sintió primero la vibración de su nuevo cuerpo, el equilibrio cambiado, los sentidos amplificados. Su respiración era más profunda, más intensa. Al inclinarse hacia el agua, lo vio con absoluta claridad.
La loba blanca era ella. Ella misma.
Por unos segundos permaneció inmóvil, contemplando su reflejo. Su pelaje brillaba como si fuera parte del resplandor lunar. Sus ojos, siempre expresivos, ahora reflejaban una mezcla de asombro, miedo y poder. Había soñado con esto, había vislumbrado fragmentos en su mente… pero nada se comparaba con experimentarlo.
Estaba sola. O al menos eso creyó.
Un crujido suave detrás de ella la hizo girar con rapidez. Sus sentidos se activaron como un instinto recién despertado, preparados