CAPÍTULO 10 – La primera cita prohibida
La vida en la comunidad continuaba con su ritmo habitual, pero en el corazón de Tao ardía un fuego imposible de ocultar. Cada vez que veía a Kerana entrar y salir de la cabaña de la curandera, acompañada de Tupã, la sangre le hervía. No soportaba esa cercanía. Sabía que su hermano estaba cumpliendo un rol de sanador, que Arasy confiaba plenamente en sus capacidades con el agua, pero nada de eso calmaba sus celos.
Tao no lo decía en voz alta, pero en el fondo temía que cada sesión entre Tupã y Kerana fuese más que un ritual de sanación. La imaginaba sonriendo a su hermano, contándole secretos, dejándose tocar por esas manos que canalizaban el poder del agua. Esa idea lo consumía.
No pudo más. Una mañana, decidió enfrentar a su madre.
Encontró a Arasy preparando hierbas medicinales en el patio trasero de la cabaña. El aroma a eucalipto y romero flotaba en el aire. Tao se acercó con pasos firmes, aunque por dentro se sentía como un niño a punto de