El peso de la sangre
Isa Belmonte
El diario de mi madre arde en mis manos como un carbón al rojo vivo. Cada palabra que he leído esta noche ha tallado surcos de angustia en mi alma. "La Sombra"... esa figura sin rostro que atormentó los últimos años de mis padres, podría tener el rostro de Carlos Colombo. El mismo hombre que me ha recibido con amabilidad, que me ha defendido frente a Ximena, que sonríe con genuina alegría al hablar de sus futuros nietos.
¿Es posible tanta duplicidad? ¿Puede un hombre ser tan cálido conmigo mientras esconde un secreto tan negro sobre mi familia?
La noche se ha vuelto pesada, opresiva. El sueño es una quimera inalcanzable. Miro a Mario dormir a mi lado, su respiración pausada, su rostro relajado en una inocencia que el día le niega. Él no sabe. No sabe que la línea de sangre que nos une está envenenada por una historia que precede nuestro encuentro. ¿Cómo decírselo? ¿Cómo poner en sus hombros el peso de que su padre pudo haber sido el verdugo de los mío