La Redención del Silencio
Isa Belmonte
El reloj en mi despacho marcaba las 11:45 AM. Habían pasado veinticuatro horas desde que lancé la última bomba. Veinticuatro horas en las que el poderoso Vittorio Orsini había pasado de ser un titán de Milán a ser un fantasma. La aniquilación de un imperio no hace ruido; solo un silencio espeso y antinatural, como el que precede a una tormenta nuclear.
Mario estaba conmigo, sentado en el sofá de cuero, con el Corriere della Sera desplegado sobre sus rodillas. La portada era un monumento a nuestra victoria: titulares en negrita sobre la crisis de liquidez de Orsini Holdings, la intervención judicial en la Banca Romana, y la misteriosa "desaparición" del CEO. Nadie sabía dónde estaba, pero todo el mundo sabía que había caído.
—Está hecho, mia cara —dijo Mario, doblando el periódico con un gesto lento y pesado, como si estuviera cerrando la tapa de un ataúd. —El precio ha sido pagado.
—No del todo —respondí, acercándome a la ventana. El cielo sobre