El Archivo Cero
Isa Belmonte
La tentativa de asesinato en la vía pública había borrado cualquier rastro de duda o moralidad en mí. Ya no era la hija que buscaba redimir el nombre de su padre; era una madre y una esposa luchando contra un depredador que jugaba con vidas humanas. Vittorio Orsini no era un rival; era una plaga que debía ser erradicada.
El ataque contra el coche blindado me había dado una lección invaluable: la fuerza de Orsini residía en su paciencia y su capacidad para utilizar terceros. El camión no era suyo, el conductor tampoco. Era un intermediario de un intermediario, una cadena de culpabilidad difuminada. Para aniquilarlo, yo debía encontrar su eslabón más corto y más frágil.
Ese eslabón era la mujer en la fotografía, el objeto de su amor "aterrador".
Mario había puesto a trabajar a Luca Lombardi en una búsqueda que parecía una locura: rastrear a una mujer anónima en una cama de hospital, basándose solo en la descripción de un artista traumado.
—Necesitamos más que