Jugadas en la oscuridad
Isa Belmonte
La determinación de Mario es un bálsamo para mi alma herida. Ver la fría furia en sus ojos, saber que está dispuesto a enfrentar a su propia familia por mí, solidifica un lazo que ni Ximena con todos sus venenos podrá romper. Ya no soy la víctima que huyó a través del bosque. Soy la mujer que está dispuesta a incendiar el bosque entero para proteger su guarida.
Los días siguientes son un torbellino silencioso de actividad. Mario se mueve en las sombras, dando órdenes a hombres cuyos rostros nunca llego a ver del todo. Ana está más presente que nunca, su lealtad a Mario y hacía mí es un muro inquebrantable. Se ha convertido en mis ojos y oídos, en mi sombra armada.
– Ximena ha aumentado su seguridad – me informa una tarde mientras revisamos muestras de tela para las cortinas que pondremos en los departamentos del nuevo edificio en el penthouse. – Tres hombres nuevos, de fuera. No son de la familia. Contratados, seguramente son de una mafia diferente