CAPITULO I: Tu esposo me dio la dirección
Isa Belmonte
Corro, alguien me esta persiguiendo, pero no logro saber quien es, solo sé que debo correr y escapar de él o ella… manos pasan por mi cuerpo, un aliento tibio y escalofriante recorre mi cuello, el frio de la noche penetra mis huesos y el peso de un cuerpo me corta el paso del aire, un cuerpo… no, esto no es solo un sueño, esto está pasando en realidad.
Despierto, mi pecho agitado se queda quieto por un segundo al ver el rostro masculino desconocido frente a mí, el peso de su cuerpo cubre el mío por completo y no puedo moverme, sus ojos, profundos y siniestros recorren con lujuria mi rostro pálido y asustado. Necesito ayuda, trato de soltarme empujando y pataleando, pero es más grande y fuerte que yo, grito por ayuda aún sabiendo que es en vano.
- Nadie vendrá por ti preciosa, estamos solos – dice la voz del hombre que no deja de pasar su nariz desde mi cuello hasta el valle de mis pechos.
- Déjeme ir, no me haga daño – suplico entre lágrimas, la risa del hombre me causa escalofríos mientras intenta terminar de quitarme la ropa en medio del forcejeo.
- ¿Cómo dejarte ir? Si eres el mejor pago que me han hecho en mucho tiempo – susurra pasando la lengua por mi mejilla, logro meter mi rodilla entre sus piernas y la elevo con todas mis fuerzas.
El hombre se dobla por el dolor y cae a un lado, aprovecho y logro soltarme por completo, salgo de la cama y en un tonto intento de ponerme algo de ropa caigo de bruces en el suelo, esto hace que ese hombre logre alcanzarme en el suelo intentando someterme. Me toma en brazos mientras pataleo, me lleva de vuelta a la cama y sigo peleando por escapar.
- No te sigas resistiendo preciosa, tu esposo me dio la dirección y las llaves de tu villa – confiesa riendo – que bueno que esté tan alejada, así nadie nos va a interrumpir – es cierto, mi villa está muy alejada de todo y de todos, nadie vendría a ayudarme por mucho que gritase, pero lo que no entiendo es lo que acaba de decir ese hombre, mi esposo… ¿Cómo pudo mi esposo mandar a alguien para hacerme daño? Se supone que mi esposo es el hombre que más me ama en este mundo, el no pudo…
Las lágrimas siguen cayendo por mi rostro, las manos del hombre siguen recorriendo mi cuerpo y veo rojo, no, no lo permitiré, aunque sea lo último que haga, no dejaré que me ultrajen de ese modo. Estiro mi brazo hasta el buró de mi cama, abro el cajón en silencio mientras el hombre sigue tratando de separar mis piernas, logro alcanzar las tijeras y haciendo uso de todas mis fuerzas las clavo en el cuello del hombre que grita a causa del dolor.
La sangre brota inmediatamente bañándome en el acto, el cuerpo ahora sin vida cae sobre mí, lo aparto y salgo de la cama, logro alcanzar una camisa de Luis y salgo corriendo de la habitación, bajo a tropezones hasta la sala y me detengo en seco al notar que frente a la chimenea hay un hombre esperando, no cualquier desconocido, se trata de Luis, mi esposo, mi esposo estaba aquí esperando mientras a mí me hacían daño, mi esposo había mandado a alguien a hacerme daño.
Las lágrimas caen a mis pies y con furia me limpio el rostro, doy la vuelta para salir por la puerta del garaje, tomo las llaves de mi coche en el camino e intento subirme a él cuando escucho los gritos desde la habitación.
- ¿Cómo la dejaste escapar, imbécil? – Luis debió darse cuenta que ya no había forcejeo arriba, tal vez quiso asegurarse de que estuviera muerta.
- Vas a arrepentirte de esto – susurro mirando hacia la ventana de la habitación, pero entonces lo noto, hay alguien más en casa, hay otro auto y desde adentro alguien intenta venir por mí.
Las manos me tiemblan y las llaves caen al suelo, no logro verlas y el instinto de supervivencia me exige correr, me dirijo hacia el bosque, lo he recorrido miles de veces, lo conozco, entro en la vegetación sintiendo los pasos que me persiguen, las ramas caídas lastiman las plantas de mis pies, pero no me importa, corro sin parar, sin mirar atrás, corro hasta que mis pulmones me exigen oxigeno y mis piernas fallan, caigo al suelo y ruedo un par de metros cuesta abajo, la cabeza me da vueltas y no logro ponerme de pie.
Los sonidos se minimizan, el frío ya no lo siento, todo se vuelve borroso y finalmente la oscuridad me consume, ya no veo ni siento nada, ¿este es el fin?
Tres meses atrás
Otra vez el reloj marca la media noche y Luis no ha llegado, ya va un mes que es igual, lo espero con la cena servida y él no llega, un día es una junta, otro día es el tráfico, otro día se quedó dormido en la oficina por causa del cansancio, y así sigue una larga lista de excusas que me ha ido poniendo cada vez, no pretendo desconfiar de él y su palabra, jamás me ha mentido ni mucho menos, sé que esta muy estresado por sus deudas, nos venimos a vivir aquí por ello.
Cuando me casé con Luis era un hombre de negocios, exitoso y brillante, nos enamoramos y luego de un rápido noviazgo nos casamos, incluso en contra de la voluntad de mis padres quienes nunca estuvieron de acuerdo con mi decisión, me desheredaron el día de mi boda con Luis, lo único que no me quitaron fue esta villa en donde resido actualmente, poco después de contraer nupcias, mis padres fallecieron en un trágico accidente y sus vienes fueron donados a diversas fundaciones.
Hace unos meses mi esposo hizo una riesgosa inversión, al parecer no lo estudio muy bien y perdió todo, incluso el préstamo que le había hecho a un usurero, amenazas empezaron a llegar a la casa en la que vivíamos, asi que tomamos la decisión de trasladarnos a la villa de mis padres, hemos vivido aquí desde entonces, pero conmigo vino también el miedo, casi no salgo por miedo a que cobradores me vean y me ataquen, miedo de que atenten contra mí, Luis se ha estado esforzando mucho por conseguir inversores y fondos para la empresa, pero las cosas no están marchando muy bien que digamos.
Sin embargo, hay algo más allá de las deudas que me está inquietando, porque Luis está llegando tarde y se ha vuelto frío y distante conmigo, ya casi ni me habla, casi no lo veo y cuando viene solo se queda un par de horas y se vuelve a ir. Los problemas financieros ya han afectado nuestra comunicación, demostración afectuosa y hasta la intimidad, Luis no me ha tocado en demasiado tiempo.
Actualidad
Calor, un poco de calor llega a mi cuerpo cuando alguien me toma en brazos, estoy demasiado débil como para poner resistencia, no logro ni siquiera abrir los ojos, solo siento como trasladan mi cuerpo con delicadeza, no siento miedo, solo calor reconfortante y antes de perder la conciencia solo escucho su voz…
- Tranquila, ya estás a salvo mi niña.