La fiesta familiar
Isa Belmonte
No he pegado el ojo en toda la noche, como tampoco he podido quedarme quieta, las palabras de Mario siguen resonando en mi cabeza <<cásate conmigo por un año y dame un hijo>> ¿Cómo podría hacer eso? Un niño es un vínculo de por vida, además, con toda la información que tengo es fácil deducir que hace Mario para vivir.
Es italiano, adinerado, poderoso, tiene matones a su disposición, y lo más importante, él fue quien mandó a atacar a mis agresores, y sus negocios, sus negocios no son para nada legales, esos hombres hablaron de cargamentos y mercancías, Mario está involucrado con el bajo mundo, eso asusta, pero reconozco que tiene razón en algo, él necesita algo de mí y yo necesito algo de él. Y… ¿Qué puedo perder si acepto? Absolutamente nada, ya no me queda nada.
El amanecer me toma con la vista en la ventana, ya me siento mucho mejor físicamente, no me duele nada y mis heridas están curadas en su mayoría, los moretones ya no están, vuelvo a verme fuerte y bonita.
- Isa, ¿ya estás despierta? – pregunta Ana del otro lado de la puerta, no he dormido, quiero responder, pero me limito a decir que sí, que desperté hace poco.
- Enseguida te ayudo con el desayuno – digo antes de meterme en una sudadera que me cubre hasta los muslos, me lavo la cara y recojo mi cabello en una coleta, calzo unos deportivos y bajo.
El desayuno está servido, Ana está en su lugar, Mario llega al mismo tiempo que yo y se sienta en su lugar, me acomodo y tomo una tostada de mi plato, me pregunto quien hizo todo esto, Ana es mas de fruta por la mañana y carne por la tarde y noche.
- ¿Pensaste en mi propuesta? – pregunta Mario justo cuando muerdo mi tostada, la paso rápido y tomo un poco de jugo antes de decir lo que cambiará mi vida para siempre.
- Sí, lo pensé mucho y acepto la propuesta – suelto mirándolo a los ojos – pero tengo un par de condiciones – agrego mientras pico la fruta de mi plato con el tenedor.
- Te escucho – dice sin apartar la mirada mientras toma un sorbo de su café.
- Tienes que ayudarme a vengarme de mi esposo, conoces la historia, no hace falta que te de mis motivos, seré la mejor esposa y madre del mundo, siempre y cuando me ayudes a lograr mi cometido.
- Me suena razonable, honestamente no esperaba menos – dice con una sonrisa ladeada, Ana sonríe mirándonos a ambos.
- También necesito una garantía de que no me harás daño después del año de matrimonio – añado mirándolo a los ojos.
- Eso depende por completo de ti, si haces las cosas bien, te recompensaré de la misma forma.
- Hecho – extiendo mi mano, él la toma y me mira fijamente.
- Hecho – repite dando un ligero apretón antes de soltarme – come pronto, Ana y tú irán de compras, esta noche hay un banquete con mi familia y voy a presentarte como mi prometida, debes vestir acorde a la situación.
- De acuerdo – acepto, Ana da un par de aplausos y sonríe como niña en feria de juguetes.
- Cuando seas mi jefa, ¿podré seguir diciéndote Isa? – pregunta engullendo unos huevos
- Ni se te ocurra llamarme de otro modo – advierto comiendo mi fruta.
Terminado el desayuno, tomo una ducha rápida, me pongo un conjunto deportivo suelto que me presta Ana y salimos juntas de la cabaña, Mario desaparece dejando una nota de que volverá en la noche para recogerme, Ana conduce hasta la zona comercial y visitamos varias tiendas.
Las tarjetas no tienen límite y nosotras tampoco, compramos de todo, lo que necesito para esta noche y cosas extras porque si voy a ser esposa de un hombre adinerado, debo verme como tal todo el tiempo. Me pruebo mas de quince vestidos, de los cuales apenas compro cinco, le añado zapatos, bolsos y joyería, cuando estoy por detenerme, Ana me lleva a una tienda de lencería.
- No necesito eso – le digo negándome a entrar, con ropa interior normal es más que suficiente para mí.
- Claro que lo necesitas tonta, a Mario le va a gustar – dice subiendo y bajando las cejas con picardía.
- Él no va a ver lo que llevo puesto debajo del vestido – digo cruzándome de brazos.
- Ay por favor, no te hagas la mustia, aceptaste casarte con él, y pasarán la noche juntos, ¿Qué crees que va a pasar? ¿qué jugaran monopolio toda la noche?
- No, pero no creí que dormiríamos juntos hoy.
- Aceptaste darle un hijo, Mario quiere que sea lo más pronto posible – las palabras de Ana me dejan muda por un instante, instante que ella aprovecha para arrastrarme a la tienda y empieza a escoger conjuntos de todo tipo, desde los simples hasta los más atrevidos.
Yo no digo nada, solo dejo que Ana llene la canasta de ropa íntima, pagamos y salimos, durante el trayecto de regreso a casa pienso en el peso de mi decisión, es cierto, acepté casarme y tener un hijo con Mario, eso implica sexo y compromiso, la idea hace que mi vientre cosquillee, porque en otras circunstancias, estaría muy contenta, Mario es muy guapo, millonario y con un físico increíble, formar una familia con él podría ser un sueño para cualquiera, pero en mi situación no puedo pensar directamente en una familia, después de todo, esto es más un arreglo que una historia de amor.
- Estas muy callada, ¿tienes hambre o es que ya te arrepentiste de tu decisión? – pregunta Ana cuando llegamos a casa, bajamos las bolsas y entramos a la cocina.
- No me arrepiento, solo estoy dimensionando lo que hice – suelto mientras busco jugo en el refrigerador.
- Te entiendo, pero te aseguro que estarás bien, Mario es un buen chico, y seguro será un buen padre.
- Parece que lo conoces muy bien – digo mirándola con suspicacia, me contó cosas, pero aún hay mucho vacío en la historia.
- Crecimos juntos, lo conozco de toda la vida, es como mi hermano mayor – dice empezando a preparar la comida – trabajo para él por agradecimiento, además del gran pago que recibo mes a mes – sonríe y lo hago también – puedo asegurarte que tomaste una buena decisión y si eres lo suficientemente inteligente no te divorciaras al año – alzo la vista con lo último que dice.
- ¿De qué hablas? – pregunto curiosa.
- Si haces las cosas bien y todo fluye, podrías ser su esposa toda la vida, la esposa de un mafioso no solo tiene dinero y lujos, tiene poder y el poder pone el mundo a tus pies.
No lo había visto de eso modo, jamás en la vida me había planteado la idea de unirme a un criminal, por el resto de mi vida.
- El tiempo nos dirá – es mi única respuesta.
Entrada la noche, estoy lista para ir al banquete con la familia de Mario, llevo un vestido negro con degradado en carmesí, escotado en el pecho y con una abertura en la pierna, entallado en la cintura y magas que simulan una capa, el cabello lo llevo recogido en un moño elegante, el maquillaje me da un aura diferente, no parezco una pobre esposa engañada por su marido, me veo feroz, fuerte, dominante. Termino de colocarme las joyas, y perfume justo cuando escucho un auto detenerse en la entrada.
Bajo y en la sala me encuentro con Ana que lleva un elegante vestido negro, sencillo y con abertura en ambas piernas, lleva un cinturón de armas y el cabello recogido la hace lucir más alta y letal, Mario entra con un esmoquin negro hecho a la medida, el cabello húmedo bien peinado y la loción masculina lo hacen ver más atractivo de lo que es. Mira hacía mi lugar y se pasa la lengua por los labios cual lobo viendo un filete que desea engullir.
- Te ves… preciosa – dice con la voz muy ronca, paso saliva con dificultad antes de poder responder.
- También luces muy bien – susurro, termino de bajar las escaleras y Mario me ofrece el brazo derecho, Ana lo toma del brazo izquierdo y salimos juntos, afuera nos espera un limosina negra, nos abren la puerta y salimos de la propiedad.
El camino es un poco largo, pero no me aburro en lo absoluto, Ana pone tema de conversación y Mario no para de mirarme en cada ocasión. Eso me eleva el ego, ya que él es muy guapo y saber el efecto que provoco en él me hace sonreír. Tal vez Ana tiene razón, tal vez deba plantearme el quedarme a su lado para siempre, estaría siempre protegida y construiría una familia con un hombre que no me va a engañar con mi mejor amiga para cobrar dinero de un seguro.
Al llegar al lugar nos reciben el auto, Mario nos ayuda a bajar y nos hace tomarlo del brazo nuevamente para entrar en el restaurante, el lugar esta a reventar, pero atravesamos el mar de personas rápidamente y subimos a la segunda planta, Ana se aparta y se reúne con un grupo de barones vestidos de negro, parece darles instrucciones y todos obedecen, Mario me toma de la cintura y nos acercamos a una mesa grande en la que se encuentran varias personas.
- Familia, buenas noches, esta es mi prometida, Isa Belmonte – me presenta ante el grupo, todos me escanean de arriba hacía abajo y lo único que hago en sonreír y saludar a todos en general – evita hablar mucho, trataran de hacerte caer, déjame hablar a mí
Mario jala una silla para mí y el banquete da inicio, al parecer solo nos esperaban a nosotros, Ana no se acerca a la mesa y me siento incómoda, todos intercambian conversaciones y me preguntan cosas, pero Mario responde por mí. Me dedico a sonreír y antes del postre me disculpo para ir al baño, tomo varias bocanadas de aire en el camino, me repito que estaré bien, solo necesito tiempo para conocerlos a todos y estaré bien.
Tomo un poco de aire y salgo al pasillo para volver a la mesa, pero mi caminata se ve cortada por la sombra que sale no sé de dónde, me toma de la cintura y me pega a la pared, ocultándonos de la vista de los demás, se trata del hermano de Mario, intento alejarlo, pero se aferra con más fuerza.
- Eres más hermosa de cerca – dice empezando a pasar la nariz por mi cuello, los recuerdos de la noche en que me atacaron me invaden y la ira se apodera de mí otra vez, lo empujo con fuerza y golpeo su cara lo más fuerte que puedo.
- No te atrevas a tocarme nunca más – advierto furiosa.
- Por favor, no finjas conmigo, eres linda, pero no eres mujer para Mario, seguro solo estás buscando dinero y yo puedo pagarte mejor que él – sus palabras son veneno puro.
- Yo no necesito dinero para estar cerca de Mario, lo quiero de verdad, porque él si es un hombre, es fuerte, inteligente y siempre lo voy a apoyar en todo – me sorprende lo sincero de mis palabras.
- Pues a ver cuánto resistes – dice burlonamente y se aleja por el pasillo hacía el baño, tomo una bocanada de aire y me encamino a la mesa, al llegar no veo a Mario, tomo asiento en mi lugar y la madre de Mario me mira fijamente.
- No puedes darle ese proyecto a Mario, no lo podrá manejar él solo – habla dirigiéndose a su esposo.
- No estará solo, Isa lo ayudará, ¿cierto? – pregunta el señor mirándome, asiento con la cabeza e intento hablar, pero su esposa me detiene.
- Por favor, ni siquiera la conocemos ni sabemos nada de ella, no puedes esperar mucho…
- Isa es una mujer preparada, inteligente y perseverante, es todo lo que se necesita para sacar un negocio a flote – dice la voz de Mario que llega junto a su hermano, toman asiento y el padre de Mario vuelve a hablar.
- Concuerdo con eso, ese proyecto inmobiliario puede ser muy fructífero, pero necesita dos cabezas que lo saquen adelante, Mario e Isa lo harán y es mi última palabra.
- Cuando fracasen, no digas que no te lo advertí – dice su esposa, me siento menospreciada, pero no lo dejo notar, tomo un sorbo de vino y el resto de la noche me dedico a ignorar los comentarios despectivos de la madre de Mario. No dejaré que me pisotee.
Pasada la cena Mario nos despide de todos los presentes y nos encaminamos a la salida del lugar, me pego mucho a una pared y el vestido se me engancha en un claro, intento soltarlo y solo consigo que se abra una línea enorme en todo el torso, me quedo quieta, si me muevo un solo centímetro terminaré de romper el vestido y quedaría expuesta.
Mario se da cuenta de la situación, se quita la chaqueta y me la coloca despacio, la cierra alrededor de mi cuerpo y solo entonces me atrevo a caminar.
- Eres algo torpe – dice riendo.
- No es gracioso – murmuro avergonzada.
Él solo ríe y me saca del salón de banquetes, se adelanta un par de pasos y regresa a mirarme, dice algo que no logro descifrar pues mis ojos están fijos en lo que veo al otro lado de la calle…