Capítulo sesenta y tres. ¿Nervios o algo más?
El cielo se extendía despejado sobre la costa, con ese azul sereno que parecía hecho para las fotografías. El pequeño pueblo seguía tranquilo, ajeno al torbellino de emociones que acompañaba a Nicole desde que le dijo que sí a Kyan en la playa.
Aquel día, sin embargo, no estaba para emociones intensas.
—¿Estás segura que no prefieres quedarte en el hotel? —preguntó Kyan por tercera vez, mientras Nicole se sentaba con delicadeza en una banca de la plaza.
—Solo fue un mareo —respondió ella, esbozando una sonrisa cansada—. Estoy bien, lo juro. Tal vez solo dormí mal.
Millie corría alrededor de una fuente, intentando atrapar burbujas lanzadas por un artista callejero que les guiñó el ojo cuando vio que Kyan le daba una buena propina. Nicole apoyó una mano sobre su estómago sin pensarlo, como si tratara de calmar algo que ni siquiera podía nombrar todavía.
—Has estado rara estos días —comentó Kyan, sin acusarla, solo curioso—. Cansada, con náus