Capítulo 101 — El cerco.
El amanecer apenas tocaba los ventanales del santuario cuando Camil entró. Tenía la misma ropa del día anterior, ojeras marcadas y el rostro tenso. Nicolás estaba sentado frente a las pantallas, con un cigarrillo en una mano y un café frío en la otra.
Habían pasado la noche revisando movimientos, rastreando cuentas, teléfonos, mensajes, esperando una señal que los acercara a Javier. No la habían tenido, pero esa mañana algo había cambiado.
—Encendé el canal siete —dijo Camil mientras dejaba su laptop sobre la mesa.
Nicolás obedeció sin preguntar. El sonido del televisor llenó el silencio del lugar. En la pantalla, un grupo de agentes federales escoltaba a un hombre esposado. El titular no dejaba lugar a dudas: “CAPTURADO EL ESCORPIÓN, CABECILLA DE RED DE TRÁFICO DE ÓRGANOS Y ARMAS.”
Nicolás se quedó inmóvil unos segundos. Exhaló el humo del cigarrillo y lo apagó con calma.
—Era hora —dijo. Su voz sonó baja, firme.
—No fue fácil —comentó Camil—. Tuvieron que reventar una de sus casas d