ALESSANDRO RIZZO
Me encuentro con Lucas cerrando unos negocios en el bar de siempre. Este bar lo tenemos para lavar el dinero de los negocios que manejamos.
—¿Estás de acuerdo con el cargamento?
—Sí, dile a Diablo que pase por él y que le ponga nuestro sello. No quiero errores, Lucas. Ese cargamento es importante.
—No te preocupes, todo está coordinado.
—De acuerdo.
Salgo de la oficina viendo a un montón de personas bailando y tomando, pero mis ojos quedan clavados en una pelirroja con falda y botas altas que estilizan su cuerpo aún más. Cuando se gira, me sorprendo al ver a Valeria bailando de manera sensual. Parece desinhibida y bastante tomada. No puedo negarlo: la hija de Santoro es hermosa y sensual.
Con cuidado, me acerco a ella por la espalda y rodeo su cintura con mis manos, pegándola a mi pecho. Cuando siento que va a gritar, le tapo la boca con la mano.
—No grites. - Se queda quieta y luego se voltea, mirándome sorprendida.
—Alessandro...
—¿Te sorprende que esté aquí? —Ella