ALESSANDRO RIZZO
—Fue rápido, pero sustancioso —me acomodó el pantalón mientras ella se acomodaba el vestido.
—Bastante —dice, regalándome una sonrisa cómplice.
Salimos de la habitación y, al parecer, Lucas nos estaba esperando.
—Espero que haya valido la pena el polvo —mira a Valeria y esta se pone colorada—. Samuel nos está esperando.
—Cariño, necesito que te quedes con Carmelo —era otro hombre de confianza, y ese sí daba miedo.
—Creo que no le caigo bien —susurra ella, mirándolo con miedo.
—Sí le caes bien, solo que no es un hombre muy social.
—Solo intenten no demorarse.
—Claro que sí —dejo un casto beso en sus labios y Lucas camina conmigo.
Entramos a la habitación donde se encontraba Samuel, pero nos llevamos la sorpresa de ver a Santoro.
—¿Qué hace este hombre aquí? —hablo con los dientes apretados.
—Sabes que Santoro nos lava el dinero a la mayoría, y además quiere incursionar en los negocios.
¿Qué? ¡Santoro está loco! Está metido hasta el cuello lavándole dinero a la mafia y