LA REINA DE LA MAFIA
LA REINA DE LA MAFIA
Por: AVERY
1

Bianca

Nunca imaginé que un día recibiría una llamada como esa. Los recuerdos de Gianni, de cómo me tomaba de la mano, de sus promesas de un futuro juntos, se desvanecen con cada segundo que paso en esta maldita mansión. Estaba claro, incluso antes de que alguien dijera su nombre, que no podría ser otra cosa. La voz al otro lado de la línea, fría, calculadora, me arrancó el aliento.

"Bianca... Gianni ha muerto."

El mundo, que hasta hace unos minutos parecía seguir su curso normal, se detuvo en seco. Como si el aire se hubiera vuelto más espeso, pesado, incapaz de dejarme respirar. Mis manos, que en algún momento habían sido de una mujer tranquila, de alguien que aún creía en un futuro feliz, temblaban.

"¿Qué?" Mi voz, al principio rasposa, salió más fuerte de lo que esperaba. “¿Qué dices? ¿Cómo... cuándo?"

“Durante la cena. Fue un ataque directo. La familia está...”

La llamada terminó abruptamente. No necesitaba más detalles. Sabía que en este mundo no había espacio para dudas. Los Moretti siempre tenían enemigos. Y siempre había quienes buscaban la caída de los más poderosos. Gianni era una pieza clave en mi vida, sí, pero lo que me aterraba ahora era cómo este evento cambiaría todo. Mi futuro, mi destino.

Me quedé ahí, parada, en medio de la sala, con los ecos de la conversación retumbando en mi cabeza. Los años de sumisión a las reglas del imperio familiar, las expectativas que tenía de una vida tranquila junto a Gianni, se desmoronaban. No había más promesas de un futuro idílico. Solo caos. Solo guerra.

Sin darme cuenta, la puerta de la sala se abrió con un golpe seco, y mi padre entró con su paso firme, su mirada decidida, el rostro endurecido por la noticia. Nadie en la familia Moretti era ajeno a la brutalidad del mundo en el que vivíamos. Sin embargo, el dolor que veía en su rostro era algo que no había esperado. No se trataba solo de perder a su yerno, sino del peso de un imperio que podía venirse abajo en cuestión de horas.

"Bianca", dijo él con voz grave, mirándome como si esperara que algo dentro de mí se rompiera por completo. "Lo que acaba de suceder no es solo una tragedia personal. Es un golpe a toda la familia."

No dije nada. No podía. Me dolía, sí, pero había algo más, algo mucho más grande que me aplastaba el pecho: la responsabilidad que me había sido impuesta. Gianni no estaba ahí para liderar, y aunque mi padre aún era el capo de la familia, era inevitable. Yo iba a ser la próxima.

"¿Quién hizo esto?", pregunté, mis palabras saliendo con una intensidad que ni siquiera yo había planeado. No era solo una pregunta, era una exigencia. Necesitaba respuestas, necesitaba control.

"Eso es lo que tenemos que averiguar", respondió él, su voz un poco más suave ahora. "Es claro que alguien dentro de nuestra propia gente ha traicionado. Y no podemos permitir que sigan adelante con su plan."

Todo el aire de la sala se tensó. El silencio era ensordecedor. Las palabras "traición" y "familia" nunca se combinaban bien. Nadie podía decir que no sabía lo que sucedía en este mundo. Cada vez que alguien usaba esa palabra, el final siempre era el mismo: muerte, sangre, sufrimiento. Y ahora, esa sombra se cernía sobre mí.

"¿Quién?", repetí, y esta vez mis ojos se encontraron con los suyos. "¿Quién dentro de nuestra familia es capaz de hacer esto?"

Mi padre me observó un momento, como si estuviera evaluando algo que aún no lograba entender. "Aún no lo sabemos, pero será cuestión de horas. No podemos dejarlo pasar. La guerra con las otras familias será inevitable. Hay que atacar primero."

Era lo que esperábamos, lo que todos esperábamos. En este negocio, si no atacas primero, te atacan a ti. Pero algo en su tono me decía que había más. Algo que no me estaba diciendo. No sabía si era el miedo, la ira o la incertidumbre, pero mi cuerpo comenzó a tensarse, como si un presagio de lo que venía ya estuviera marcando mi destino.

"Bianca, esto ya no es solo un asunto de negocios. Ahora, eres tú quien lidera." La frase de mi padre me golpeó con fuerza. Como un martillazo en el pecho.

Me quedé allí, sin saber qué hacer. La idea de asumir el control de la familia Moretti nunca había sido algo que hubiera deseado, y mucho menos en las circunstancias que enfrentaba ahora. Pero no tenía opción. Los hombres que rodeaban a mi padre no me verían como su líder; me verían como una niña que no tenía idea de lo que era este mundo. Y si no demostraba que podía manejarlo, la caída de los Moretti sería una cuestión de tiempo.

“Puedo hacerlo”, susurré, más para mí misma que para él.

Mi padre me observó con una mezcla de desesperación y aceptación. “Lo sé, hija. Lo sé. Pero aún tienes mucho por aprender. Esto no es solo estrategia. Es sangre.”

Me volví hacia la ventana, observando cómo la lluvia comenzaba a golpear los cristales. En ese momento, comprendí que mi vida había cambiado para siempre. Ya no era la Bianca que pensaba en su boda. Ahora, debía convertirme en una mujer que decidiera quién vivía y quién moría.

En ese instante, la puerta volvió a abrirse, pero esta vez el rostro que apareció en el umbral era el de Luca. Su expresión era de determinación, pero también había algo más en sus ojos. Algo que no podía descifrar.

"Luca, ¿dónde has estado?", pregunté, mi voz dura, aunque no quería ser cruel. “¿No sabes lo que ha pasado?”

“Lo sé, Bianca. Y sé que ahora tienes más preguntas que respuestas”, dijo con calma. Pero la forma en que me miraba, cómo sus ojos se detenían en mí, me hizo sentir un nudo en el estómago. “Pero la pregunta no es qué ha pasado. La pregunta es qué vas a hacer tú."

Mi corazón dio un vuelco. Luca siempre había sido un hombre de pocos sentimientos, de pocas palabras. Pero algo en su mirada me decía que él también estaba cambiando. Que de alguna manera, mi nueva posición de liderazgo lo afectaba más de lo que yo pensaba.

“¿Qué quieres decir?”, respondí, mi voz temblorosa a pesar de mis intentos por mantener la calma.

“Tu futuro está marcado, Bianca. Y no lo sabes aún, pero lo que hagas ahora determinará no solo el futuro de la familia, sino el tuyo... y el mío.”

Sus palabras fueron un golpe bajo, y por un momento, mi mente se llenó de incertidumbre. ¿A qué se refería? Luca había sido siempre un aliado, pero en su mirada había algo más, algo que no se podía ignorar.

"Estoy aquí para ti", continuó, su tono grave, pero también cargado de algo que no supe identificar. "Pero deberías saber que en este mundo, las lealtades no siempre son lo que parecen."

Me quedé en silencio, sabiendo que las piezas del rompecabezas que acababa de empezar a armar aún me faltaban. Y que Luca, mi más cercano aliado, podría ser también el mayor desafío de todos.

El sonido de la lluvia se convirtió en un eco en mis oídos mientras las palabras de Luca daban vueltas en mi cabeza. "Las lealtades no siempre son lo que parecen."

A partir de ese momento, supe que mi vida nunca volvería a ser la misma.

Mi respiración se volvió pesada, como si el aire en la habitación se hubiera vuelto más espeso de repente. Las palabras de Luca me daban vueltas en la cabeza, una tras otra, como una amenaza oculta tras cada sílaba. Mi corazón latía con fuerza, y no podía apartar la mirada de sus ojos, que se mantenían firmes, inquebrantables. El Luca que conocía no era alguien que se dejara llevar por las emociones, mucho menos por las inseguridades. Pero ahora, algo en su presencia me decía que estaba jugando un juego peligroso. Uno que yo aún no entendía.

“¿Qué quieres decir con eso?” Pregunté, mi voz más suave de lo que me hubiera gustado, como si al preguntar lo mismo una vez más pudiera obtener una respuesta diferente.

Luca dio un paso adelante, su figura alta y dominante llenando el espacio entre nosotros. Su rostro, tan cercano al mío, mostraba una intensidad que nunca antes había visto. Sus labios, normalmente firmes, ahora se mantenían tensos, como si estuviera guardando un secreto demasiado pesado.

“Bianca, esto no es solo cuestión de poder. Sabes que nunca fue solo poder”, comenzó, su tono grave y profundo. “Gianni tenía muchas cosas que no entendías. Cosas que él manejaba, no por su lealtad, sino por su pragmatismo. Y en este mundo, ser pragmático no siempre significa ser leal.”

El golpe de sus palabras me alcanzó de lleno, pero traté de mantener la compostura. No podía dejar que las dudas me consumieran, no ahora. Gianni había sido mi prometido, mi futuro, pero ahora todo eso parecía una mentira. Lo que me estaba diciendo Luca era tan oscuro como el mundo en el que nos movíamos, y aunque me negaba a aceptarlo, no podía ignorarlo.

“¿Y qué, ahora me vas a decir que Gianni no era quien pensaba que era? ¿Que todo lo que creímos sobre él era una fachada?” Mi voz se cortó, la ira comenzaba a burbujear dentro de mí. No era solo tristeza lo que sentía. Era traición. De algo más que de la muerte de mi prometido.

Luca la observó unos segundos, como si medía mis palabras, como si tratara de entender qué tan rota estaba por dentro. “No lo sé. Pero te puedo asegurar que lo que mató a Gianni no fue solo un puñado de enemigos. Fue algo mucho más cerca de casa.”

No pude evitarlo. Mis manos temblaron, el cuerpo entero se tensó ante la implicación. ¿Dentro de la familia? ¿Un traidor entre nosotros? Podía sentir el peso de sus palabras caer sobre mí, pero no podía hacer nada.

“¿Quién?” Su nombre me salió como un susurro, pero la rabia se coló en mi voz, sacando lo que quedaba de cordura.

Luca dio un paso atrás, su mirada fija en la mía. No respondía. No era el tipo de hombre que compartiera secretos de la familia sin antes sopesarlo. Y ese silencio era suficiente para que la semilla de la duda creciera aún más en mi pecho.

“Lo averiguaremos, Bianca. Todo a su debido tiempo”, dijo por fin, con un tono que no dejaba lugar a más preguntas. Pero su respuesta solo me molestaba más. Quería respuestas ahora. No podía esperar.

Miré a mi padre, que seguía observándonos desde la puerta, y la tensión en su rostro no hacía sino confirmar lo que ya sabía: nada de esto era sencillo. No estaba lista. Nadie estaba listo para enfrentar una situación como esta. Y sin embargo, estaba en el centro de ella, con todo lo que ello implicaba.

“Papá”, dije, mi voz ya cargada de la frialdad de quien se ve obligada a tomar el control, “tenemos que actuar ahora. No podemos quedarnos aquí esperando a que alguien más tome la delantera. No podemos seguir siendo pasivos.”

Mi padre me observó en silencio, sus ojos reflejaban años de experiencia, de decisiones difíciles. Pero sabía que lo que acababa de decir era cierto. Ya no era una opción quedarnos atrás. Ahora era mi turno.

“Lo sé”, respondió finalmente, su voz llena de gravedad. “Lo haremos, Bianca. Pero tienes que estar preparada. Todo va a cambiar.”

El eco de sus palabras me alcanzó mientras se giraba y comenzaba a alejarse, dejando a Luca y a mí en la sala. El aire estaba cargado, como si el tiempo mismo estuviera esperando que tomáramos una decisión. Y mientras mis pensamientos daban vueltas en mi mente, una pregunta persistente seguía rondando: ¿qué tan profunda era la traición? ¿Quién en la familia estaba involucrado?

La verdad era que no podía confiar en nadie. Había visto suficientes muertes, suficientes mentiras, para entender cómo funcionaba el poder. Pero ahora, era diferente. Esto era personal. Gianni ya no estaba. Y yo, Bianca Moretti, debía ocupar su lugar.

Luca se acercó a mí una vez más, y esta vez sus ojos estaban más suaves, pero no menos intensos. “Bianca, sé que esto no es fácil. Que te sientes perdida, pero tienes que confiar en ti misma. Este es tu momento. No dejes que nadie te diga lo contrario.”

Algo en su mirada me hizo estremecer. Luca siempre había sido leal, y aunque había algo en su comportamiento que me desconcertaba, no podía negar que en su cercanía había un consuelo oscuro. Algo que no podía entender, pero que de alguna manera me daba fuerzas.

“No tengo opción, ¿verdad?” Mi voz era casi un susurro, pero las palabras llenaron la habitación con su verdad aplastante.

Luca no contestó. No hacía falta. Las palabras que ambos conocíamos ya estaban escritas. Este era mi destino. La familia Moretti sería mía ahora, y con ella, todo el peso de la venganza, el poder y la traición.

Cerré los ojos, respirando hondo, tratando de concentrarme. Pero lo único que podía escuchar era el golpeteo de la lluvia contra la ventana, como si la tormenta afuera reflejara el caos que se desataba dentro de mí.

“Lo haremos bien, Bianca. Lo haremos a nuestra manera.” Su promesa era tan dura como la mirada que me lanzó. Y aunque no entendía todo lo que eso significaba, sabía una cosa con absoluta certeza: no estaba sola. No aún.

Al menos, no por ahora.

Un futuro que antes parecía brillante se desvaneció en la oscuridad. Lo que quedaba era una lucha por sobrevivir, por tomar lo que me pertenecía y destruir a todos los que se interpusieran en mi camino. La guerra comenzaba. Y yo sería su reina.

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