— No importa. Te espero en la terraza — le dice la mujer a Rocco, sin esperar una explicación sobre Caterina y se aleja del lugar de la misma forma en la que llegó. Regia, elegante.
— ¿Podrías vestirte? — Rocco posa la mirada sobre Caterina, vestida con una bata de seda color marfil, corta y con un profundo escote bordeado por pequeñas aplicaciones de encaje.
Traga con dificultad e intenta no mostrar su incomodidad cuando su cuerpo empieza a reaccionar ante la provocadora visión que ofrece y, claramente, no es el lugar ni el momento adecuado. Además, por nada del mundo desea que otro nombre la vea vestida de esa manera.
— ¿Qué has dicho? — Caterina levanta una ceja y cruza sus brazos bajo su pecho, haciendo que estos se eleven un poco más y Rocco vuelve a tragar con dificultad.
— He dicho que…
— Sé