El tiempo desaparece. No hay pasado ni futuro, solo el instante suspendido en el que dos almas rotas se encuentran por fin.
Rocco arquea su espalda, dobla una rodilla y lleva su mano hasta el cuello de Caterina, presiona con fuerza, empujando con potencia, mientras clava su otra mano contra su cadera. Su mirada se concentra en los gestos de Caterina mientras se aproxima al orgasmo.
Rocco escucha sus gemidos, golpea una y otra vez, cada vez más fuerte, más potente, hasta sentir sus paredes vaginales atrapando su pene con fuerza, haciéndolo gruñir y penetrarla con más potencia.
Caterina grita y se mueve sin control. Desesperada, perdida en un orgasmo que la rasga por dentro, despojándola de todo lo que hasta ahora conocía. Es fuego, es agua, como una ola que rompe contra la roca. Violento, inevitable, sublime.
Él se aferra a ella, sintiendo cómo presiona, cómo continúa cerrando su miembro, bañándolo con sus fluidos, sintiendo l