— Sobre lo que está pasando contigo, sobre el porqué de que te encuentres en Reggio en una situación como esta. — Rocco la mira con sus ojos oscuros que reflejan la duda durante un instante, no sabe por qué le interesa tanto la historia de la mujer cuando tiene cosas más importantes que priorizar. — Ve a descansar Caterina.
Ella asiente con la cabeza y se aleja por el pasillo. Al cerrarse la puerta de la habitación, Rocco se acerca al ventanal. Todo parece desierto, silencioso, todavía es temprano, y puede observar muy pocos autos y personas cerca de la vía marítima. Pero algo no encaja. No es paranoia, es instinto.
Empieza a girar su teléfono móvil entre sus manos, una manía que adopta cuando algo no le gusta y debe reflexionar sobre ello, siempre gira lo que tenga al alcance de sus manos.
Rocco no es un hombre que mira por encima del hombro o se pone nervioso sin razón aparente. Los hombres como él no pueden darse ese lujo. Sin embargo, reconoce que dejar el paseo marítimo sin sus