— Lo siento, Mancini, pero esta vez no podrá ser. No tengo ninguna alianza con hombres de tu familia — la ironía en su voz es patente.
— Tercera opción: te cobro lo que es mi derecho. La sangre de mis hombres, el haberte dignado a crear un plan en mi contra y hacerme un atentado, poniendo la vida de mi mujer en peligro.
— Mancini, nunca pensé que caerías tan bajo por una mujer. Te equivocaste, lo perderás todo y volverás a los brazos de tu amada llorando.
Un músculo palpita en el ojo derecho de Rocco, mientras intenta mantener la calma. Ha ofendido a su mujer, y esa ofensa se paga con sangre.
— Permíteme explicarte, en la tercera opción, ninguno de los Caligiuri presentes en este bar, saldrá con vida. — Rocco toma el último trago de su copa — El que se equivocó fuiste tú, Caligiuri. Te equivocaste al dejarme vivo.