En el salón, el ambiente sigue tenso. Rocco no explicó nada más, solo confirmó lo que acababa de acotar don Vibo Mancarella, familiar de su padre, que no lo apreciaba tanto como don Alfredo, que bebe lentamente de su trago de cristal. Y mientras cada capo reflexionaba sobre el asunto y la posición que debía adoptar, los sorprendió el estallido de una ráfaga y en el exterior se desata el infierno.
— ¡Todos al suelo! ¡Nos están atacando! — Salvatore entra corriendo y se lanza contra Rocco.
Los cristales de las pequeñas ventanas estallan. Uno de los escoltas de los Ruggiero cae hacia atrás con el cráneo partido por una bala. Otro hombre intenta sacar su arma, pero no tiene tiempo.
—¡A tierra! —grita Rocco, mientras se lanza detrás de una columna de piedra, con Salvatore a su lado.
Los capos se tiran al suelo, algunos