Un toque contra la ventana del lado de Rocco activa todas las alarmas y tensa el cuerpo de los dos, que de inmediato extraen cada uno un arma y la apuntan directo a la ventana.
Rocco observa la cara de Paolo, el hombre de confianza de Ruggieri y baja de inmediato el vidrio de la ventana.
—No sabía que eras de los que se escondía, Mancini. —Rocco gruñe al escuchar la voz de Ruggieri que pasa por el lado de su auto; lleva, al igual que los Mancuso, un abrigo largo y negro.
Rocco y Salvatore salen del auto y siguen a Paolo y a Ruggieri; desde el otro lado, un hombre alto sale del auto que esperaba con el motor encendido desde hace algunos minutos y Rocco frunce el ceño al descubrir a don Santino Lo Sparto.
—¿Qué hace el tío de Caterina en este lugar? —Rocco se pregunta lo mismo, don Santino, después de la muerte de don Pietro y su hijo, esperaba convertirse en el jefe de la familia Lo Sparto.
—Siempre tan puntual, do