Un ruido en el interior de la habitación llama su atención; el médico está guardando sus implementos y escribiendo sobre un papel blanco.
El rostro del médico es neutro, pero hay algo en su expresión que lo pone de inmediato en alerta.
—Su cuerpo está peleando, esperemos que la fiebre descienda y que no se complique. —El médico le entrega una receta y baja la mirada. El señor Mancini siempre lo ha puesto nervioso. — Lo que hubiese podido ser un leve resfriado se ha complicado. Siga las instrucciones y vigílenla esta noche. Vendré a revisarla en la mañana.
Rocco se sienta sobre la cama, en silencio, mira su rostro que ahora parece más tranquilo. Le acaricia el cabello con torpeza. Su teléfono suena y lee el mensaje de Salvatore.
No quiere dejarla sola, pero tampoco desea que cualquier persona se acerque a ella. Al final, sale de la habitación y se dirige a la biblioteca, un lugar íntimo y en semipenumbra; huele a cuero, pergamino y café to