KELYRA
El castillo había cambiado.
Las paredes, antes frías y pulidas como vidrio antiguo, ahora parecían respirar oscuridad. Una niebla sin forma se arrastraba por los corredores, cargada de un eco que no pertenecía a este tiempo. Era como si la piedra llevara impresa una rabia antigua. Como si el lugar entero hubiese sentido algo... romperse.
Y yo también lo sentía.
Una presión invisible me apretaba el pecho. No era miedo. Era ese tipo de presentimiento que te despierta en medio de la noche, sin saber por qué. Como si una parte olvidada de tu alma supiera que alguien, en algún rincón del mundo, acababa de derrumbarse.
Mis pasos me guiaron sin razón. O tal vez sí: la marca en mi muñeca ardía. Palpitaba. Llamándome. No con palabras, sino con fuego.
Fuego por él. Lucien.
La puerta estaba entreabierta. Nunca había estado en esa sala. Oscura, enorme, silenciosa. Las antorchas chispeaban con una luz violácea que lanzaba sombras vivas sobre las paredes. El aire sabía a hierro, a magia, a t