DANTE
La habitación estaba a oscuras, salvo por la luz tenue que se filtraba desde la calle a través de las persianas cerradas. La mesa, cubierta de mapas, papeles y teléfonos, parecía la mesa de guerra que solíamos usar en tiempos de caos. Pero esta vez, lo que estaba en juego era distinto. Esta vez, no se trataba solo de proteger el negocio, no se trataba solo de dinero o poder. Esta vez, se trataba de Valentina.
Un nudo de tensión se había formado en mi estómago desde que había recibido la noticia del hombre que había amenazado a Valentina. El simple hecho de saber que alguien de nuestro pasado estaba dispuesto a arrastrarla de nuevo a la oscuridad me llenaba de furia. Y más aún saber que la mafia, mi propia familia, la estaba utilizando como moneda de cambio. No lo