VALENTINA
El sonido del papel desgarrado rompió el silencio de mi apartamento como si fuera un disparo. Había abierto el sobre sin remitente que me dejó Ángela, la vecina entrometida, con esa mirada entre compasiva y alarmada que últimamente no dejaba de dedicarme. Dentro había una sola hoja: una fotografía borrosa, en blanco y negro, tomada desde lo alto. El almacén. El coche de Dante. Dos figuras saliendo a toda prisa. Y una mancha que parecía sangre extendiéndose por el suelo.
Sentí cómo el corazón me daba un vuelco, como si se hubiese soltado de su sitio. Me aferré a la encimera de la cocina con fuerza, intentando no caer al suelo. ¿Dante estaba herido? ¿Había sido él quien sangraba en la imagen? ¿Quién h